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Inventando a Ana: la larga historia de una corta estafa
Lo bue si bre dos veces bue, dicen… eso no se cumple en esta demasiado larga miniserie que está haciendo tanto ruido en Netflix
En 1893, Mark Twain publicó El billete de un millón de libras, relato protagonizado por un joven inglés que tras un naufragio acaba en los Estados Unidos, convertido en «homeless». Intentando recuperarse, se ve enredado en la apuesta de dos hermanos adinerados (¿les recuerda a alguna película de Eddie Murphy?) quienes le dan el billete del título y lo desafían a sobrevivir un mes con esa única posesión. El protagonista pronto descubre que, aunque no puede pagar nada de lo que necesita porque no hay quién le de el vuelto de ese billete, todos están dispuestos a fiarle a alguien que lleva encima semejante suma de dinero. La historia es tan ingenua como entretenida, pero una de las enseñanzas que puede extraerse de ella es que, en ciertas esferas, las relaciones y la apariencia valen tanto o más que el efectivo. Algo similar parece querer decirnos la miniserie de la que nos ocupamos hoy.
WHO’S THAT GIRL?
Anna Delvey (Julia Garner) irrumpe en la alta sociedad neoyorquina en 2013, presentándose como heredera de un magnate alemán de la energía solar. La chica de apenas 25 años tiene un objetivo en mente: crear la Fundación Anna Delvey, una mezcla de club social exclusivísimo y exposición artística permanente. Un negocio millonario, que podría financiar mediante la fortuna de su padre, si no fuera porque quiere demostrarle que puede valerse por sí misma. O porque no puede echar mano de su fideicomiso hasta que sea mayor. O porque… bueno, las razones cambian según las circunstancias, pero lo cierto es que ella sin duda se va a hacer cargo más adelante y cualquiera que le facilite los fondos ahora, se verá generosamente recompensado.
Y si alguien duda de su palabra, no tiene más que preguntar: Anna conoce a todos los que hay que conocer, está en todos los lugares en los que hay que estar, aparece en las fotos en las que hay que aparecer. Las facturas de los hoteles de lujo, los alquileres de jets privados y las cuentas de los restaurantes de moda se acumulan, pero Anna sigue repartiendo propinas de u$s 100 y pareciendo solvente, confiable, triunfadora.
Las claves de su éxito son varias. Por un lado, tiene una confianza arrolladora en sí misma, que hace que siempre parezca no solo encajar a la perfección en ese mundo en el que se ha colado por la puerta trasera, sino que incluso destaca y mucho. Por otro lado, Anna conoce el secreto básico de todos los estafadores: que es prácticamente imposible engañar a un hombre honesto. El que compra lo que a todas luces es una piedra pintada como si fuera una pepita de oro, no lo hace por estupidez, sino por codicia: se convence a sí mismo de que es él quien está engañando al otro, obteniendo algo por mucho menos de lo que vale. Y Anna parece valer millones.
ESTA HISTORIA ES COMPLETAMENTE REAL, EXEPTO LAS PARTES QUE SON COMPLETAMENTE INVENTADAS
Esa es la frase que, con ligeras modificaciones, actúa como apertura de cada uno de los 9 episodios de la miniserie y aplica perfectamente. Es que Inventando a Ana no es la verdad desnuda, sino la versión de Netflix de la historia que Anna les vendió y está a su vez inspirada en la historia que antes le vendiera a la periodista Jessica Pressler, quién en 2018 publicó el artículo How Anna Delvey tricked New York’s Party People (Cómo Anna Delvey engañó a los fiesteros de Nueva York) y es la persona real que sirve de base para el personaje de Vivian Kent (Anna Chlumsky) en la serie. Una ficción sobre, hechos reales… muchos de los cuales fueron inventados por la propia Anna.
El reparto de esta miniserie es impecable. Cualquiera que haya visto Ozark (2017 – 2022) sabe perfectamente de lo que es capaz Julia Garner y solo diré que si nadie le da a esta chica un papel que la lleve al Oscar me voy a enojar y mucho. Chlumsky tampoco es ninguna novata, de Mi primer beso (My Girl, 1991) a esta parte se ha forjado una sólida carrera. Pero todos los demás, desde los principales a los secundarios, están completamente a la altura, cosa que no siempre pasa.
El principal punto flojo está en su duración. 9 episodios de mas de una hora, completando la flojera de 603 minutos de duración es mas que excesivo. La historia se podría haber contado con la misma efectividad en 10 capítulos de 45 a 50 minutos y se hubiera hecho muchísimo más llevadera.
Mi opinión final es que esta serie es como la persona real en la que está inspirada. Tiene el carisma y la decisión necesarios para hacerse un nombre y no le ha costado mucho ubicarse rápidamente en las primeras posiciones. Pero su estrella es sin duda efímera y en unos años, nadie la va a recordar.
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