Cómics
El mejor, por la vuelta
Análisis de los tomos compilatorios La Cacería y El Regreso de Wolverine, parte de la colección Excelsior de Marvel-Ovni Press, que marcan el retorno del hombre X canadiense a la franquicia mutante
James Howlett estaba muerto. Desde Octubre de 2014, con el final de la miniserie Death Of Wolverine, cuando fue bañado en Adamantium en estado líquido. Pero todos sabíamos que no iba a permanecer de esa manera durante demasiado tiempo, aún cuando la sustitución por su contraparte de un futuro distópico, el Old Man Logan, que arribó a la Tierra 616 en 2016, parecía presagiar lo peor. El mismo equipo creativo encargado de pasarlo a mejor vida, conformado por el guionista Charles Soulé (Milwuakee, 1974) y el dibujante Steve Mc Niven (Halifax, 1967) tomó a su cargo la tarea de traerlo de vuelta, en la miniserie de cinco entregas titulada Return Of Wolverine, publicada en U.S.A. a partir de Septiembre del año pasado.
Claro que, como en todo gran evento mainstream que se precie de tal, la editorial no iba a dejar pasar la oportunidad de aprovechar económicamente al máximo la movida, y eso, en lenguaje comiquero, significa Precuelas. Y vaya que las hubo. El inicio de todo este enorme rompecabezas tuvo lugar en Hunt For Wolverine, One Shot publicado en Abril de 2018 que plantea el misterio de la desaparición de su cuerpo; historia a cargo de Soulé, dibujado por David Marquez. A partir de allí, diferentes personajes se embarcan en su búsqueda, lo que da pie al lanzamiento de cuatro series limitadas.
Weapon Lost, con Daredevil armando un grupo de rescate integrado por diversos héroes urbanos, dispuesto a recorrer el mundo para hallarlo; guión de Soulé y dibujos de Matteo Buffagni. Adamantium Agenda, con el equipo completo de los New Avengers tratando de encontrar a su excompañero; escrita por Tom Taylor e ilustrada por R.B. Silva. The Claw Of A Killer, con varios de sus principales enemigos –Lady Deathstrike a la cabeza- intentando darle caza; argumento de Mariko Tamaki y arte de Butch Guice. Todas estas miniseries tuvieron cuatro partes, a excepción de la cuarta y última, Mystery In Madripoor, con un numeroso grupo de féminas portadoras del gen X siguiendo su rastro hasta aquel legendario lugar, que tanto tiene que ver con su vida; trama pergeñada por Jim Zub y graficada por Thony Silas.
Cierra otro número especial, el Dead End, con Soulé pasando en limpio al público los acontecimientos que tuvieron lugar en la etapa de búsquedas, ayudado por unos logrados lápices de Ramón Rosanas. Estas treinta páginas se inician con Iron Man, Daredevil y Shadowcat reuniéndose en la Mansión X para comparar notas sobre sus respectivas investigaciones. La información más importante tiene que ver con una serie de asesinatos alrededor del mundo que parecen tener la firma del canadiense. Sobre el final, un ataque al Instituto acaba revelando la identidad del enemigo, Persephone, poderosa mujer que lidera Soteira, una oscura sociedad que parece tenerlo entre sus activos, con la capacidad para detectar el gen x en la población mundial antes, incluso, que se manifieste de forma activa. Bajo la amenaza de acabar con la raza mutante en la Tierra, se despide de los héroes advirtiéndoles que dejen de buscarlo.
Dando caza al cazador
La Cacería de Wolverine se compone de 172 páginas, de las cuales las primeras cuarenta comprenden el especial Hunt For Wolverine, verdadero inicio del entuerto en cuestión. Desde el comienzo mismo se nota una interesante planificación argumental por parte del escriba, el misterio ha sido muy bien pensado, pese a que la historia en sí no sea una maravilla, cumple con su cometido de sorprender al lector y plantear los plots de lo que está por venir, muy bien complementado por Marquez, de sólido desempeño. Los X-Men han ocultado el cuerpo de su compañero en una ubicación secreta en Canadá, hasta donde llegan unos Reavers caídos en desgracia en la búsqueda de un botín, que representan la amenaza de turno. El enfrentamiento con los mutantes es poco más que un trámite, lo que realmente importa es la data que ofrecen los flashbacks, narrando eventos posteriores al deceso del petiso de las garras, y, fundamentalmente, el descubrimiento del final: su tumba en realidad está vacía, alguien se ha llevado sus restos. Eso, o… Logan está vivo.
Es realmente una pena que en el recorte hecho por Ovni Press haya quedado afuera la miniserie Arma Perdida, que además de enganchar con la -sumamente recomendable- etapa de Soulé en Daredevil, tiene un notable nivel artístico. De hecho, la miniserie elegida para la ocasión, Misterio en Madripoor, tal vez sea la menos lograda de las cuatro. Se entiende su inclusión por las implicancias del final en el contexto de la trama mayor, y por un suceso que acontece al interior de la misma que, suponemos, tendrá implicancias a futuro en el run de los hijos del átomo, pero queda la sensación de que esos cuatro números hubiesen sido un buen complemento.
El primer guión del canadiense Jim Zub para la franquicia X no va a quedar en la historia por su calidad, precisamente, ya que pasaría desapercibido de no ser por un hecho que se nos antoja medio fuera de lugar en medio del conflicto en cuestión. Nos referimos, obviamente, a la vuelta de Betsy Braddock a su antiguo cuerpo. Pero vamos al principio de todo, para una mejor comprensión de los sucesos que tienen lugar en estas cinco -interminables- entregas. Un grupo de X-Girls bajo el mando de Kitty Pride, que integra a Storm, Rogue, Psylocke, Jubilee y Domino deciden seguir una pista que involucra a Magneto en la desaparición del portador de las temibles garras, y hacia Madripoor se dirigen a tratar de desentrañar cuánto hay de cierto en aquel dato.
Lo que encuentran en la siempre peligrosa isla es otra cosa, un grupo de mujeres comandadas por Viper, que está llevando adelante una serie de lanzamientos espaciales para una organización secreta. La psíquica Mindblast tiene bajo control mental al amo del magnetismo, que es rescatado por las heroínas. Al intentar tomar el alma de la portadora del cuchillo psíquico, se da una batalla que finaliza con la hermana del Captain Britain desechando el cuerpo de la ninja japonesa Kwannon, que tanto tiempo habitó, para volver a ser quien era. No hay mucho más, lamentablemente. El argumento está estirado, las caracterizaciones son débiles para el grupo de personajes que involucra y el dibujo de Silas transmite más bien poco, con escasa expresividad, por no mencionar ciertos errores anatómicos de consideración o la poca efectividad de su narrativa.
El cierre del tomo llega con otro especial, el Dead Ends, donde Soulé, ayudado por los efectivos dibujos de Ramon Rosanas, aprovecha para pasar en limpio los acontecimientos que conformaron esta etapa, merced a una reunión que tiene lugar en el Instituto Xavier, involucrando a Shadowcat, Iron Man y Daredevil, para comparar notas sobre el resultado de sus respectivas investigaciones. Llegan a la conclusión de que Wolverine está vivo, más violento que nunca y al servicio de una sociedad secreta con agenda propia, Soteira. Su directora, la malévola Persephone, aparece sobre el final del relato de cuarenta páginas, con una amenaza concreta. Ellos tienen el poder de detectar en todo el mundo a los portadores del gen X, aún antes de que este se manifieste en sus cuerpos, por lo que, o dejan de intentar hallar a su antiguo aliado, o no habrá futuro para la raza mutante. Se anexa como material complementario nueve páginas que recopilan varias apariciones tipo ‘cameo’ del petiso, acaecidas al interior de diversas series de Marvel, algo inconexas en esos momentos.
Volver, en llamas
El final de la trilogía, hora de la verdad. Cinco episodios -152 páginas- tramados por Soulé y dibujados magníficamente por Steve Mc Niven -primer y último número- y Declan Shalvey -los tres del medio-, cada uno con su estilo, ambos plenamente comprometidos con la labor, dónde se devela la gran incógnita, qué fue del ausente protagonista de todo este lío.
Pues bien, nos toca reafirmar una obviedad, la resolución que el guionista le dio al asunto es muy poco original. De hecho, ya se ha hecho innumerable cantidad de veces con el personaje a lo largo de su historia, desde Weapon X en adelante. Se presenta una corporación -militar, política o ambas- hasta entonces desconocida, que mueve los hilos desde las sombras para llevar adelante planes a largo plazo que terminan involucrándolo de una u otra manera, generalmente como asesino de objetivos civiles considerados enemigos de peso.
Lo novedoso en esta oportunidad, pasa por el perfil y los planes de la corporación en cuestión, guiada por una mutante con el poder de revivir a los muertos. Ello explica el misterio a la vez que da pie a la creación de una villana con mucho potencial de desarrollo a futuro. Después, lo de siempre, Wolvie despierta sin memoria en una instalación alejada de los mapas, alguien solicita su ayuda, marcando el inicio de un raid de violencia donde las respuestas van derramándose en cuentagotas.
Enfrentamiento de rigor con los X-Men y, a tiempo para el último ato, con un gran peligro que se cierne sobre el mundo, las shockeantes revelaciones, con una vuelta de tuerca ligada a la mitología griega. En el medio, el recurso narrativo de una gran cárcel que contiene todas sus versiones históricas, a las que va recurriendo según lo precisa. Habrá que ver si el propio escriba o algún otro guionista se hacen cargo a futuro, de retomar a Persephone para seguir trabajándola. O no.
Por lo pronto, el mejor en lo suyo está de vuelta, lo cual no deja de ser una alegría. Es más, desde Febrero va a volver a protagonizar, luego de casi cinco años, título propio. Lo que sí, ahora tiene la capacidad de calentar sus garras cuando se pone loquito. ¿Era necesario?
