Cómics
Otra parte de la historia
Los dos tomos de la Colección ECC-Salvat Novelas Gráficas DC Comics dedicados a recopilar la maxiserie Legacies, de Len Wein y varios dibujantes, bajo la lupa
Previo al fiasco que resultó la movida editorial New 52, la maxiserie de diez capítulos Legados, publicada entre 2010 y 2011, pasó en limpio ante los lectores casi ocho décadas de historia del Universo DC, desde una óptica diferente, la mirada del hombre común. El proyecto sería uno de los últimos trabajos del guionista Len Wein (1948-2017), que estuvo acompañado en el apartado gráfico por una verdadera selección de dibujantes y entintadores de corte clásico, todos ellos grandes apellidos de la industria: Andy Kubert y Joe Kubert, José Luis García López y Dave Gibbons, George Pérez y Scott Koblish, Jerry Ordway, Dan Jurgens, Jesús Saiz y Karl Story, Tom Derenick y Robin Riggs. Presentada entre los números 45 y 46 de la colección ECC Salvat, de reciente aparición, constituye una excelente oportunidad para lectores novatos en el mundillo comiquero, que también disfrutarán -mucho- quienes lleven algo más de tiempo en esta clase de lecturas.
Las secuencias iniciales, de apenas dos páginas, estuvieron a cargo del artista Scott Kolins, mientras que el grueso de la historia -las veinte páginas restantes-, recayó en diferentes lapicistas, seleccionados según su estilo para contextualizar mejor la época donde transcurrían los sucesos narrados. A modo de complemento, cada número presentó también un unitario de ocho páginas, siempre escrito por Wein, con grandes dibujantes rotativos, bajo el título de Instantánea, enfocado en breves aventuras puntuales protagonizadas por diferentes agrupaciones superheroicas de cada periodo.
Muchos encontrarán similitudes con el planteo argumental ya utilizado por la competencia en Marvels, pero a diferencia de la serie limitada escrita por Kurt Busiek y dibujada por Alex Ross en 1994, la aproximación propuesta en este caso, es diferente, tanto en lo conceptual como en la identidad gráfica buscada. Hay, sí, una historia de vida personal mechada con sucesos de tipo superheroico, pero en última instancia, el recorrido presta similar atención a ambos aspectos, lo cual hace que el interés por el personaje protagónico y su familia no sea una simple excusa, ni decaiga. Ambos lados del relato van de la mano, complementándose en todo momento sin tensiones internas.
Un tipo común
La vida de Paul Lincoln, desde su complicada niñez de los suburbios de Metrópolis, donde tuvo cierto contacto con el delito, hasta su vejez, de policía retirado y padre de familia, es narrada por él mismo. Wein, veterano guionista con mucho oficio, termina dándole una pensada vuelta de tuerca al gastado recurso del relato en primera persona, dirigiendo en todo momento al protagonista hacia un interlocutor siempre fuera de cuadro, al que no vemos sino hasta el último número, en un final algo agridulce, puede ser, pero shockeante. Un as bajo la manga, muy bien guardado para el cierre.
En el medio, un emotivo paseo por la Golden Age, con la Justice Society como anfitriones de lujo, la caída en desgracia del subgénero superheroico, y su momentáneo reemplazo por otros, como el western o la ciencia ficción. El ansiado resurgimiento propiciado por la denominada Silver Age, con nuevos personajes, reinterpretaciones de los previos, los emocionantes encuentros entre ambos y, obviamente, los eventos editoriales modernos de mayor influencia en el universo superheroico. Se repasan momentos claves de Crisis Of Infinite Earths (1985), Legends (1986), The Death Of Superman (1992), Funeral For A Friend y Reign Of The Supermen (1993), Knightfall (1993), Knights End (1994), Emerald Twilight (1994), The Final Night (1996), Day Of Judgement (1999), Identity Crisis (2004), e Infinite Crisis (2005).
Cortitas y al pie
Los unitarios anexos al final de cada número bajo el título de Instantáneas, siguen una cronología histórica determinada; algunos están mejores que otros, pero el nivel general es más que aceptable, tanto en lo referente al guión como en el arte. Con algunas joyitas por descubrir, incluso.
¡Reflexión! Cuenta con dibujos del gran J.G. Jones, complementado por el colorista Alex Sinclair, se ambienta en la Golden Age y está protagonizada indirectamente por Dr. Fate y The Spectre, en el contexto de una investigación periodística. ¡Reacción! está ilustrada por J.H. Williams III y coloreada por Dave Stewart, centrada en una intensa aventura de los legendarios Seven Soldiers Of Victory. La Silver Age llega de la mano de ¡Resurgimiento!, con la faz gráfica a cargo de Dave Gibbons, color de HI-FI, y protagonismo compartido por dos grupos, los Challengers Of The Unknown y los Sea Devils. El apartado artístico de ¡Remembranza! está casi completamente bajo la responsabilidad de Joe Kubert (1926-2012), ayudado en el color por Pete Carlsson, se ambienta durante los festejos por el bicentenario norteamericano, en una reunión de la antigua unidad militar The Loosers, comandada por el mítico Sgt. Rock.
La graciosa ¡Revisión!, está dibujada por Keith Giffen con tintas de Al Milgrom y color de HI FI, narrando un intento de reclutamiento por parte de diferentes formaciones de la Legion Of Super-Heroes de un joven Clark Kent. ¡Reunión!, con arte de Brian Bolland y color de Allen Passalaqua, está protagonizada por The Atom, pero ambientada en el mítico mundo de Camelot 3000. ¡Revelación!, ilustrada por Frank Quitely y coloreada por Peter Doherty, vuelve sobre los personajes del Fourth World, creados por Jack Kirby. ¡Resurrección!, con lápices de Bill Sienkiewicz, coloreados por Daniel Vozzo, es un extenso repaso por la vida del mago Shazam, sus aciertos y errores. La última historia, ¡Redención!, está dibujada por Gary Frank, con tintas de Jon Sibal y color de Brad Anderson; su protagonista es Blue Beetle. Narra el vínculo de Dan Garret y Ted Kord, con falso final abierto que remite a Checkmate.
Todo tiene un final, ¿todo termina?
Un problema intrínseco del subgénero superheroico, al que todavía las editoriales no han encontrado otra solución más potable que el reseteo del universo que habitan sus personajes cada determinado período de años, tiene que ver con aquella idea de presente perpetuo que estos parecieran atravesar. Es cierto que haciendo borrón y cuenta nueva de tanto en tanto se evitan problemas de continuidad y se consigue la atención de nuevos lectores, que es lo que mantiene vigente el negocio, en definitiva, pero también se traiciona en cierta forma al lector fiel, aquel que sigue a los héroes a pesar de los pifies de editores en constante búsqueda de golpes de efecto para incrementar los índices de ventas, o de autores mediocres con malas ideas a cuestas.
Considerando esta perspectiva, la maxiserie representa un modo de hacerse cargo ante el público, algo así como admitir que todos estos eventos realmente sucedieron y tuvieron consecuencias. Después, algunos fueron más felices que otros en lo que respecta a méritos artísticos, algo inevitable, entre tanta saga y macrosaga mainstream que nos vendieron a lo largo de varias décadas. ¿Pero no es ese el sentido de la historia, al fin y al cabo? Equivocarse y aprender de los errores, evolucionando.
El propio Paul Lincoln y su temprano encuentro con The Atom y The Guardian, que lo llevó a considerar torcer el rumbo de su adolescencia vinculada al crimen para enrolarse en las fuerzas de la ley, siendo privilegiado testigo de los hechos que vivió Metrópolis desde entonces, es una prueba de la inspiración que representan los cruzados enmascarados. La vuelta atrás con el universo New 52 después de apenas cinco años de publicación es otra muestra fehaciente del peso que ostenta la historia editorial de DC Comics, a pesar de las malas movidas de marketing cometidas. Antes y ahora. Por ello Legados, el título de esta obra, es una buena síntesis de la importancia de todo esto.
Lo único para criticar de las ediciones es que mientras la primera parte incluye reproducciones de las cinco portadas originales, la segunda no lo hace. El punto a favor, no obstante, es el detalle del bonus track, uno por tomo. El 45 con la reproducción de Adventure Comics N° 40 (1939), primera aparición del Sandman original, historia de Gardner Fox con dibujos de Bert Christman, y el 46, con Flash Comics N° 1 (1940), con la presentación de Jay Garrick, también escrita por Fox, con arte de Harry Lampert. Todo un detalle para los coleccionistas fanáticos del material clásico.
