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Bright: Arma Mortal, pero con Magia

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Bright: Arma Mortal, pero con Magia

Bright, la primera producción original de Netflix protagonizada por Will Smith, prometía mucho, pero acaba siendo una buddy movie como tantas.

LO BUENO

Bright es una película con un planteo muy original. La mayoría de los universos fantásticos, desde Tolkien a Juego de Tronos, se ambientan en sociedades de tipo medieval. Las historias transcurren o bien en una época remota o bien en un mundo que se mantiene estático, donde la revolución industrial no se produjo y la magia ocupa el lugar de la tecnología. La producción de Netflix toma por otro camino: imagina una sociedad en la que la existencia de la magia no impidió el desarrollo científico. El universo generado no se diferencia demasiado del nuestro, incluso hay referencias a acontecimientos históricos comunes (como la batalla de El Álamo), pero en el mundo de Bright la humana no es la única raza inteligente, comparte la Tierra con Elfos, Orcos y Enanos (aunque estos últimos solo son mencionados al pasar). La razón dada para que la magia no haya detenido el avance científico es que los objetos mágicos son muy escasos y solo pueden ser manipulados por seres especialmente dotados, llamados «Brights». Tan solo algunos elfos y muy pocos humanos tienen esta especial capacidad.

2000 años en el pasado de la película (de seguro la cifra no ha sido elegida al azar, teniendo en cuenta que hace aproximadamente el mismo tiempo en nuestra realidad se produjo un hecho que afectó de manera similar a nuestra historia) una batalla cambió la faz del mundo, cuando los ejércitos combinados de las distintas razas destruyeron al Señor Oscuro, pero un poderoso y oscuro grupo conocidos como «los Inferni» trabajan activamente para traerlo de regreso. La idea, como ven, es más que interesante: juguemos a imaginar cómo sería La Tierra Media 2000 después de la caída de Sauron.

LO MALO

Con un universo tan interesante para explotar, la película decide dejar casi completamente de lado lo que podría ser una rica mitología y centrarse en la historia de dos policías que se topan con un asunto que les queda demasiado grande. Daryl Ward (Will Smith) es un humano al que le han asignado como compañero al primer agente orco de la fuerza: Nick Jakoby (Joel Edgerton). En el universo de Bright, los orcos son considerados poco menos que escoria social: es el costo de haber elegido el bando perdedor dos mil años atrás. En el extremo superior de la pirámide están los Elfos, que ocupan los puestos de mayor poder.

Pero una vez descartados los elementos fantásticos, lo que tenemos es una buddy movie de manual, con la típica pareja despareja y todas las convenciones del género. Se supone que debería haber una denuncia sobre la discriminación en alguna parte de la película, pero es tan tibia que pasa desapercibida. Los protagonistas se encuentran a sí mismos, nace la amistad entre ambos, los dos demuestran ser más de lo que creían ser, los malos que se llevaron puestos sin esfuerzo a escuadrones enteros de personal entrenado son derrotados por estos dos policías del montón y santo remedio.

 

LO FEO

Quizá lo peor de Bright haya sido la expectativa que generó. La idea tan interesante, sumada a los nombres de Will Smith y Joel Edgerton prometía mucho. La dirección de David Ayer (Escuadrón Sucida) aportaba lo suyo. Pero lo cierto es que las promesas no se cumplieron y la película se convirtió en un producto del montón. Si se sientan a verla como lo que es, una película de compañeros sin muchas pretensiones, no saldrán decepcionados. Pero si espera algo más, por poco que sea… busquen en otro lado. Como sus protagonistas podrían decir: circulen, circulen… no hay nada que ver aquí.

#Culturanerd - Periodismo de corte fantástico

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