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Kingdom Come (1996)

Cómics

Kingdom Come (1996)

Días antes de la publicación de su edición absoluta a cargo de Ovni Press, Manuel repasa la obra de Mark Waid y Alex Ross publicada en 1996 y considerada una de las grandes obras maestras dentro del género.

Difícilmente, exista una carta de amor a los superhéroes más completa que Kingdom Come. La misma no se centra en los momentos clave de la editorial DC como su homónimo marveliano (Marvels), sino que cuenta una historia nueva, con golpes más directos al mainstream superheroico de los ’90, y una mirada nostálgica, melancólica  y esperanzadora sobre la consideración de los personajes de DC como “Dioses modernos”.

Contexto de la obra: cómics de entre fines de los ’80 y mediados de los ’90

La nueva  generación  de autores surgidos en esta época fue la que más marco al comic actual.  Ingresando a pisar fuerte en el mainstream, veían el noveno arte como algo más que cuadros dónde dos personajes se golpeaban uno a otro, en un sinfín de bien vs mal. Entre esa nueva camada vamos a citar a Alan Moore y a Mark Waid. Los dos escribieron su propia historia sobre el “peligro de los superhéroes”, dónde se buscaba volver a mostrarle al mundo la imperfección de los mismos. La de Moore fue, obviamente, Watchmen, y la de Waid es de la que estamos hablando hoy.

En el lapso de 10 años que separan  una obra de la otra,  el cómic superheroico vivió una crisis, producto de años de sequía de ideas, de argumentos repetidos hasta el hartazgo, y de dibujantes más interesados en mostrar su conocimiento de la anatomía humana, que en servir a un guión, con ilustraciones coherentes y adecuadas. El gran éxito de los excelentes trabajos de Moore y, por ejemplo, Frank Miller, provocaron que las editoriales buscaran convertir a todos los personajes en unos violentos desquiciados, oscuros, y que siempre estaban más allá del bien y del mal. El concepto de “justicia” fue sustituido por el de “venganza”, y el de “ética” por “violencia”. Todos los personajes debían ser Wolverine y Punisher, los personajes del momento. En este contexto, se publica Kingdom Come.

Análisis de la obra

El argumento de la historia nos muestra a Norman Mccay, sacerdote  y amigo del Sandman original Wesley Dodds,  quién nos muestra, a través de sus ojos, un mundo apocalíptico dónde los superhéroes han pasado a retiro, siendo  reemplazados por los metahumanos. Esos “nuevos heróes” siembran el miedo en la gente ya que son totalmente violentos e impredecibles, al punto de pelearse entre ellos antes de detener  a los villanos. Mccay es elegido por el Espectro (Spectre) para oficiar de testigo, y presenciar los acontecimientos que llevarán al apocalipsis. El propio Superman, quién es el gran protagonista de esta historia,  por primera vez se muestra enormemente deshumanizado y apartado del resto del mundo. Cuando la Mujer Maravilla le cuenta el estado apocalíptico que presenta el mundo, el kryptionano decide volver a entrar en acción, para servir como brújula moral ante el, posiblemente,  inevitable fin del mundo.

El guión centra su enfoque en varias cuestiones. Para empezar, nos imagina el paso del tiempo en el medio superheroico, la vejez, el mundo y sus personajes envejecen y avanzan. Así como el tiempo avanza, las ideas como “Justicia” y “Verdad” cambian según el contexto, la época, y la persona que las define.  Los personajes de la denominada edad de plata, es decir, los más clásicos como Superman, Batman y La Mujer Maravilla, deben adaptarse a un mundo corrompido que pone a prueba su capacidad diplomática.

Los “nuevos héroes” no son los únicos criticados en esta obra. Los héroes clásicos buscan restablecer el orden a su manera, pasando por encima de los humanos, a quiénes dieron la espalda por largo tiempo, mostrando un nivel de autoritarismo aprovechado por los villanos. Lex Luthor los encabeza, habla de opresión metahumana, y llama a los humanos a tomar la determinación de forjar su propio destino.

Es obvia la influencia de los relatos bíblicos sobre el apocalipsis en la obra, además de la mitificación de estos personajes clásicos, con la muestra de restaurantes temáticos sobre ellos, al estilo estrellas de rock, agregándole al mundo mostrado un tono nostálgico.

Por el lado del arte, tenemos a Alex Ross haciendo un gran trabajo de fotorealismo, pero también con influencias pulp, que le dan a esta obra un toque extraordinario (difícilmente otro artista podría haberlo logrado). Los personajes de DC realmente parecen los dioses griegos que los influenciaron, y todo tiene ese carácter bíblico que el guión exige. De más está decir que, como paso con Marvels, Ross fue el ideólogo del concepto detrás de la obra ya que esta idea rondaba su cabeza desde sus 15 años, esto no es extraño por el fanatismo y amor por el comic superheroico gringo que ha demostrado varias veces.

Como tono de crítica, se podría decir que esta idea de “nueva generación” vs “vieja generación” ha prevalecido dentro de la editorial DC, llevándola a estancarse y buscar seguir apuntando a lectores adultos, o jóvenes adultos, y centrarse muy poco en intentar ganar nuevos lectores. El constante reinicio para complacer a los “lectores de siempre”, no deja  terminar de desarrollar a los personajes,  y hace imposible que los que recién empiezan en la editorial terminen de entender a los mismos. Esto no es culpa directa de la obra en sí, como tampoco Watchmen es culpable del tono vivido después de su publicación, sino de la explotación de uno de los conceptos de la misma por la editorial.

Concluyendo, Kingdom Come es una obra imprescindible para el lector comiquero de DC. Podríamos decir que es una especie de “biblia moderna” de la editorial, pero eso ya es una cuestión a debatir, por lo pronto, es una hermosa historia que homenajea a los héroes clásicos, y a Superman especialmente. Crítica a la industria comiquera de su tiempo, y demuestra que todavía se podían hacer buenas historias de superhéroes para adultos,  sin necesidad de poses impresionantes y violencia sin sentido.

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