Cómics
Una pregunta, entre muchas heridas
Análisis de la antología temática ¿Qué querés ser cuando seas grande?, de Historieteca Editorial, escrita por Marcelo Pulido en compañía de un equipo de nueve dibujantes
El sólido catálogo de Historieteca Editorial desde 2009 hasta la actualidad, da cuenta del denodado trabajo de Marcelo Pulido (Buenos Aires, 1971), su principal referente, en favor de la difusión del mejor noveno arte argentino. Basta repasar obras y apellidos involucrados para constatar ese impecable criterio de selección. Por si ello no fuese suficiente, también es uno de los socios detrás de la Fábrica de Historietas, comiquería porteña que desde 2017 se especializa en material de origen nacional.
A todo esto hay que agregar su interesante debut como guionista en El Manuscrito, con dibujos de José Massaroli, coedición de 2016 junto al sello Doedytores. Ya en ese fundamental volumen, pergeñado como un doble homenaje, a El Eternauta y su autor, Héctor Germán Oesterheld, se evidencia una primera aproximación a la última dictadura cívico-militar, responsable de la desaparición de H.G.O. hacia 1978. Sobre fines del año pasado, el tomo que nos ocupa, titulado -acertadamente- con una pregunta coloquial que formó parte de las infancias de tantísimos argentinos durante décadas, ¿Qué querés ser cuando seas grande?, se mete de lleno con el sangriento Proceso de Reorganización Nacional, abordando algunas de sus nefastas consecuencias, con un tratamiento como pocas veces se ha visto en el medio.
Instantáneas de las calle
En apenas 64 páginas a blanco, negro y grises, Pulido y un interesante -muy bien elegido- equipo de artistas, se las ingenian para entregar un puñado de historias memorables. Se puede argumentar que estos nueve unitarios constituyen una lectura rápida, sí, por su brevedad y por tratarse de secuencias mudas en su gran mayoría, pero esto es una verdad a medias, puesto que la naturaleza del material obligará, si duda alguna, a más de una relectura.
Dante Ginevra (Buenos Aires, 1976) es, además de responsable de una gran portada, cargada de simbolismo, quien ilustra el primer unitario, centrado en los tristemente célebres ‘vuelos de la muerte’, método sistemático para la desaparición de opositores políticos llevado adelante por la Armada Argentina sobre el Río de la Plata y Mar Argentino. Cuatro páginas brillantes planteadas en dos tiempos, con la utilización de grisados para los flashbacks. La segunda trama tiene como eje temático la apropiación de bebés por familias colaboracionistas, se compone de cinco páginas, lleva la firma de Lauri Fernández (Mendoza, 1980) en la -lograda- faz gráfica y vuelve a utilizar el recurso argumental de dos temporalidades simultáneas que confluyen sobre el final; al igual que la tercera, centrada en un entregador de las llamadas ‘listas negras’, con la que el régimen se imponía al interior de las empresas privadas, que cuenta con el aporte artístico de Jok (Buenos Aires, 1974) en seis intensas páginas.
El cuarto unitario deja en evidencia el negacionismo de algunos sectores sociales durante los excesos cometidos por la fuerza policial en aquella época, a través de seis desgarradoras páginas ilustradas por Marcos Vergara (Buenos Aires, 1973). Otra estremecedora mirada al respecto de la desaparición de personas sobrevuela la quinta historia, a cargo de un inspirado Sergio Ibáñez (Buenos Aires, 1966), que pone su paleta de grisados al servicio de un guión de seis páginas. Lo que sigue está entre lo mejor del libro, seis páginas que dan testimonio de la lucha de las Madres de los Pañuelos, resueltas apropiadamente por el trazo de Ian Debiase (Buenos Aires, 1985).
La séptima, difícil, parada, indaga en siete páginas al respecto de la doble vida de un torturador al servicio del aparato represivo estatal. Relato fuerte por el tenor de lo que propone; afortunadamente, la solvencia y el clasicismo de José Massaroli (Ramallo, 1952) en los lápices, logran cumplir sobradamente con el cometido. Impactante, también, resulta la trama que se centra en el centro clandestino de detención que funcionó durante el período en la ESMA, siete brillantes páginas a cargo de Fabián Mezquita (Buenos Aires, 1972). Cierra un inteligente contrapunto entre la algarabía propuesta por la propaganda mundialista de 1982 y el otro costado de la dictadura, gráficamente bien trabajadas por Ezequiel Rosingana (Buenos Aires, 1971).
Solo se trata de vivir
Contrariamente a lo que suele suceder la mayoría de las veces, el recorte temático aplicado a esta antología de relatos breves resulta no solo la mejor carta de presentación del material de cara al lector, sino también la forma más atinada para involucrarlo, comprometiéndolo con la temática propuesta. Porque de eso se trata, en definitiva, un compromiso manifiesto con el período más oscuro de la historia reciente del país, que asumieron decididamente los creadores al elegir retratarlo desde donde más duele, aquellos aspectos cotidianos de diferentes rutinas de vida que se vieron invariable y completamente alterados de allí en más.
Ese mismo compromiso requiere, del otro lado, el complemento de una atenta labor de lectura, que sea capaz de apreciar lo sutil de las diferentes representaciones textuales y gráficas, con la intención de retratar un proceso de alienación social-cultural macro, desde una perspectiva minimalista. Estos breves unitarios proponen una mirada intimista a momentos duros, jodidos, sin margen para el final feliz. Más que apostar por presentar y/o resolver un conflicto determinado, interpelan al lector desde el sentido común, obligando a un -necesario- ejercicio de reflexión. Porque esta parte de la historia reciente nos atraviesa a todos por igual, de un modo u otro. Seamos capaces de notarlo, o no.
