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THE EXPANSE: A MEDIO CAMINO ENTRE FIREFLY Y BABYLON 5
Una serie de ciencia ficción con la mira puesta en la aventura, pero sin perder calidad. Algo que se extrañaba, SyFy y Netflix lo ponen a tu disposición y nosotros te contamos por qué tenés que verla.
James S. A. Corey es el pseudónimo bajo el cual se «esconden» Daniel Abraham y Ty Franck, dos escritores de ciencia ficción que se han dedicado a homenajear y revitalizar el género del Space Opera (la clásica novela de aventuras en el espacio) con una saga conocida como The Expanse que hasta el momento consta de las siguientes novelas: Leviathan wakes (2011), Caliban’s War (2012), Abaddon’s Gate (2013), Cibola Burn (2014), Nemesis Games (2015) y Babylon’s Ashes (2016) mas unas cuantas historias cortas. El plan total de la obra (o al menos, el contrato de los escritores) abarca nueve novelas en total a razón de una por año, por lo cual la última debería estar siendo publicada en 2019. A fines de 2015, SyFy produjo una adaptación en forma de serie que ya va por su segunda temporada y ha sido renovada para una tercera a estrenarse en 2018. Algo que me llama mucho la atención es que, pese a ser un producto de SyFy, aparece como «Original de Netflix» en el catálago de la popular plataforma de streaming.
La acción se sitúa a unos 300 años en el futuro. La raza humana se ha expandido por el sistema solar, ocupando La Luna, Marte, el cinturón de asteroides y algunos satélites de los planetas exteriores. Marte era inicialmente una colonia, pero se independizó y ahora mantiene con La Tierra una situación de guerra fría y carrera armamentista similar a la que se dio entre Estados Unidos y la Unión Soviética en la posguerra. El cinturón de asteroides es la Palestina del sistema solar. Oficialmente los asteroides son propiedad de La Tierra y la opresión a la que se somete a los cinturoneros genera una resistencia armada, la OPA (siglas de Outer Planets Alliance, Alianza de Planetas Exteriores), que no es tanto un grupo organizado como una unión de facciones enfrentándose entre sí casi con el mismo entusiasmo con el que se enfrentan a los «Interiores».
LEVIATAN DESPIERTA
La primera temporada sigue tres tramas inicialmente separadas, pero que acaban desembocando en un mismo destino. En el asteroide Ceres, el policía Joe Miller (Thomas Jane), un tipo que ya está de vuelta de todo y de todos, investiga la desaparición de Julie Mao (Florence Faivre) y a medida que se involucra personalmente con el caso descubre que es solo la punta de un ovillo bastante más enredado. Mientras tanto, la nave minera Canterbury, que extrae hielo cerca de Saturno para llevar al cinturón, acude a la llamada de auxilio de una astronave accidentada y su tripulación se ve envuelta en un complejo entramado político. A raíz de esto Jim Holden (Steven Strait), Shed Garvey (Paulo Costanzo), Naomi Nagata (Dominique Tipper), Amos Burton (Wes Chatham) y Alex Kamal (Cas Anvar) parten a bordo de la Rocinante, decididos a descubrir la verdad. Por su parte, en La Tierra, Chrisjen Avasarala (Shohreh Aghdashloo) una alta funcionaria del gobierno de la ONU investiga los rumores de que Marte estaría preparándose para asestar un golpe definitivo. Todos estos hilos argumentales se irán uniendo para develar el panorama completo: algo está ocurriendo y está por encima de los mezquinos intereses planetarios, aunque políticos, militares y corporaciones se confabulen para sacar provecho.
La serie está muy lograda en lo que a ambientación respecta. Se representan muy bien las condiciones tanto técnicas como sociológicas de este futuro que se nos está presentando. Merece una mención espacial la forma en que se retrata a los cinturoneros (belters) o beltalowda, como se llaman a sí mismos. Debido a las condiciones de la vida en el cinturón, han desarrollado características físicas propias derivadas de la baja gravedad y construyeron una sociedad con una cultura y un lenguaje propios. Este lenguaje se entremezcla con el inglés en las conversaciones de los cinturoneros, incluso hay diálogos enteros en ese idioma y nunca son traducidos, lo que le da realismo a la serie (y de paso alimenta una base de frikis que aprendieron lang Belta, así como los trekies aprendieron klingon) pero puede resultar pelín molesto para algunos televidentes.
Sin ser nada del otro mundo, las actuaciones están a la altura de las circunstancias. Cada capítulo suele terminar con un cliffhanger y los diez episodios que componen la primera temporada se dejan ver de un tirón, lo que la convierte en una serie ideal para maratonearla, salvo por el hecho de que el final nos ofrecerá algunas respuestas… pero no todas.
CALIBÁN SE FUE A LA GUERRA
La segunda temporada arranca donde quedó la primera y asumiendo que aún no vieron nada, evitaré explayarme más. Solo les diré que la situación se resuelve allá por el quinto episodio, en lo que de hecho constituye el auténtico fin de la temporada (o al menos, del arco argumental) anterior. El sexto episodio, muy certeramente titulado Cambio de paradigma, inicia una nueva historia que a la vez amplia y complementa los hechos de la anterior. Un equipo de comandos marcianos liderados por la sargento Roberta «Bobbie» W. Draper (Frankie Adams) son destinados a Ganimedes, la luna más grande de Júpiter (y del sistema solar). El satélite está dividido en un sector terráqueo y uno marciano, mientras el equipo de Draper está patrullando la frontera se produce un confuso incidente que acaba en batalla campal: parece que alguien está interesado en precipitar la guerra entre ambas potencias, pero podría haber algo más, algo relacionado con lo ocurrido en la temporada anterior.
Una vez más, la trama se divide en dos partes, con la subsecretaria Avasarala intentando descubrir la verdad, contando con la improbable ayuda de la sargento marciana, mientras que la tripulación de la Rocinante intenta destruir la amenaza que desató el caos en Ganimedes. El guión sigue siendo interesante, con el acento puesto en la acción. Con respecto al elenco, la calidad actoral desciende varios puntos con la incorporación de la mencionada Frankie Adams, muchacha cuya belleza es inversamente proporcional a su talento. Con esto quiero decir que está muy buena, pero es más inexpresiva que un maniquí, y no es este un detalle menor teniendo en cuenta que la mitad de la historia pasa por ella. Una pena.
El final de la temporada nos deja una vez más con varias dudas, que seguramente se despejaran en la próxima serie de trece episodios que ya están siendo filmados y se estrenarán en 2018. Así que resumiendo, la primer temporada se centró en parte del primer libro (El despertar del Leviatán, disponible en español), la segunda terminó de contar los hechos de esa novela e inició la historia del segundo libro (La guerra de Caliván, a publicarse en castellano este año) y la tercera cerraría esa trama y se internaría en la del tercer libro (Abaddon’s Gate, aún inédito en nuestro idioma).
De conjunto, la serie es un muy buen space opera, que se centra en la acción pero con buenos toque de política y con los suficientes detalles técnicos para darle cierto realismo, a menudo ausente en este tipo de producciones, aunque alguna que otra vez recurra a los viejos trucos del género. Si tuviera que definirla, diría (como lo hago en el título) que está a mitad de camino entre Firefly y Babylon 5. O si lo quieren ver de otra forma: la fantasía tiene a Game of Thrones y la ciencia ficción, a The Expanse.
