Cómics
Sonreí maldito, aunque estés prendido fuego
Guido se carga al hombro la reseña de Zonzo de Joan Cornellà editada por la gente amiga de Loco Rabia.
Hablar de autores extranjeros publicados en nuestro país por fuera de los géneros más comerciales para estas alturas ya sería redundante en especial para aquellos que vienen siguiendo estas reseñas (y si no lo sos, pues deberías), lo único que podemos seguir subrayando es la excelente elección de nuestras editoras de continuar publicando material de autores extranjeros en ediciones locales con precios accesibles y que nos permite conocer autores desconocidos para el mercado local.
En esta oportunidad Loco Rabia nos trae un autor español, Joan Cornellà, quién maneja un estilo que es una mezcla entre el dibujo retro de las pautas publicitarias con el humor negro y extremista de hoy en día, con unas piscas de colores psicodélicos. En un primer vistazo (en especial en los primeros cuadros de cada historia) nos recuerda a las publicidades de los años ’40 o ’50 en las que el mundo de los comerciales quería imponer el mensaje de un mundo ideal y que no había razón para no andar sonriendo por la vida (sobre todo si comprabas sus productos) aunque dos guerras mundiales, una guerra en Corea más un posible conflicto entre las dos potencias mundiales ya les daba indicios de que el futuro no augura nada bueno (casualmente fue lo que terminó sucediendo).
Es la mezcla entre ese vistazo idealista de un futuro mejor contra el golpe de la realidad extremista lo que hace tan interesante y efectivamente divertido el trabajo de Joan. Solo en cuatro viñetas pasamos del optimismo romántico a la tragedia de la realidad, en el medio el autor hizo una manifestación ideológica de la actualidad de distintos temas como las relaciones humanas, romance, economía, política mientras nos divierte con un chiste. Es de una simpleza completamente efectiva. Una utilización de la síntesis que maravilla desde el dibujo con rostros que se repiten y líneas que no son exigentes pero que funcionan muy bien para ese contraste que el autor propone desde lo gráfico a lo que se interpreta.
Sin escapar de la fórmula de 4/6 cuadros con una presentación y un remate, el libro se desenvuelve en este simplismo majestuoso del que somos engañados una y otra vez pensando que en tan pocos cuadros con tan poca acción a la vista pueda esconder tanto en su mensaje. Estará en nosotros intentar descubrir la filosofía oculta o bien disfrutar con un poco de humor transgresor. Un libro para reír y llorar en tan solo una página, o haciendo ambas como lo hacen sus personajes, aquellos modelos publicitarios de un mundo pasado.
