Sobre fines del año pasado vió la luz un lindo tomo de 80 páginas, en B/N y gris, que recupera en su totalidad un cómic serializado allá lejos y hace tiempo, en el recordado fanzine porteño Kapop (1998-2001), del extinto Patriada Press.

El libro, editado en el clásico formato 24×17 Cm. forma parte de la colección Reencuentro del sello rosarino Rabdomantes Ediciones, que ya había republicado de la misma dupla creativa, el guionista Roberto Barreiro (Buenos Aires, 1971) y el lapicista Lucas Varela (Buenos Aires, 1971), Los Hermanos Segelin, en 2016. Además de los cinco capítulos de diversa extensión que conforman la trama, la edición presenta un prólogo del escriba, que también es responsable de dar un cierre a la historia del personaje, mediante un logrado relato literario titulado ‘La aventura final del Doctor Oscuro’ que se incluye a modo de epílogo.
Antes del principio
La génesis del Doctor Oscuro se remonta a 1995, cuando Barreiro participa como productor en la realización del serial homónimo, a la usanza de los clásicos de la década del treinta y cuarenta que se exhibían en cines comerciales con frecuencia semanal.
Doce capítulos en blanco y negro en los que además de la amenaza de rigor, se narra el origen del héroe. Este material, que en su momento se conseguía en VHS y hoy puede visualizarse en Youtube, fue dirigido por ‘el Tío’ Luis Felipe Fotheringham, su creador. Posteriormente, el escritor obtendría la venia del director para continuar las aventuras de su criatura a través de las viñetas, en el fundamental fanzine del que fuera uno de los principales sostenes creativos.

Pergeñado bajo la premisa de homenajear a los Mistery Men de los Pulps, nuestro héroe responde a todos los parámetros convencionales de aspecto, viste ropa en tonos decididamente opacos, usa sombrero, máscara, y domina un armamento particular, arco y flechas, en este caso. Habita una gran urbe ficticia anónima, a la que protege de peligros de toda índole, trabajando ocasionalmente con las autoridades políticas y militares. Entre los primeros se cuenta el Alcalde, y por los segundos, dan asistencia el pragmático General y -fundamentalmente- el inefable Coronel Jones, quien es casi coprotagonista de la trama. Queda incluso, establecido mediante ciertas referencias y diálogos, que el enfrentamiento con El Araña -acaecido durante el serial-, ocurre en la continuidad inmediatamente anterior al arco argumental presentado.
Aventura, suspenso y misterio
Los sucesos narrados en El ataque de los Hashisin se disparan a raíz de la aparición sin vida en un sucio callejón del profesor Herbert Grubenkrautz, reconocido genetista al servicio de una poderosa corporación dirigida por Mister Williams. El caso toma estado público, por lo que el Coronel Jones y su compañera, la teniente Estela Steele, comienzan la investigación.

La búsqueda de pistas los lleva a cruzarse en reiteradas oportunidades con la peligrosa, milenaria secta oriental Hashisin, que responde al misterioso villano conocido como Kamorkian, pero también con Amy Cohen, secretaria personal del magnate Williams, que parece saber más de lo que dice.
El Doctor Oscuro guarda para sí la pieza más importante del rompecabezas, que se relaciona con una antigua amistad de su pasado, previo al entrenamiento recibido por los guardianes de R’Lyeh que lo convirtieron en quien es actualmente. En el medio, la amenaza de un arma bacteriológica se cierne sobre los cielos de la ciudad a bordo de un enorme zeppelín. ¿Podrán Jones, Steele y el caballero oscuro derrotar al peligroso enemigo y evitar el aciago destino que se cierne sobre todos ellos? ¿A qué costo?
Un cóctel explosivo
Las cinco entregas del único arco argumental que el peculiar justiciero enmascarado llegó a protagonizar, constituyen una experiencia de lectura muy recomendable. Ya sea que previamente se conozca o no al personaje, la trama creada por Barreiro tiene toda la información necesaria para involucrar de lleno al lector en la historieta.

Ayuda haber visto el serial, pero no es indispensable. En el debe del guión quedan detalles mínimos, como por ejemplo el hecho de no haberle dado un nombre concreto a la ciudad donde transcurre la acción -algo que reforzaría el vínculo del héroe con ella-, o los diálogos de los personajes, que en ciertos pasajes incluyen frases y modismos coloquiales típicamente argentinos, siendo en otras ocasiones neutros, mix que genera cierto ruido.
Por el lado del dibujo, encontramos un trabajo cuanto menos extraño de Varela. El artista asentado desde hace tiempo en Francia, va probando cosas a lo largo de la serie, haciéndose, por momentos, difícil distinguir su estilo. A diferencia de Los Hermanos Segelin, obra contemporánea abordada con su trazo característico de entonces, acá el lápiz va mutando con cada nueva entrega, lo que se torna más evidente en los rostros de los diferentes personajes, que asumen contornos variables, del funny al manga. Después, las tramas mecánicas que dan volumen a los sombreados y fondos, se conjugan con una osada puesta en página, destacándose particularmente en las secuencias de acción. En definitiva, una interesante búsqueda estilística que, vista en perspectiva, destaca como curiosidad en la trayectoria del enorme artista integral.
Dejarse atrapar por el Doctor Oscuro implica caer en la mejor de las trampas, una que combina cuadritos y entretenimiento, preparada con mano maestra por dos creadores que conocen bastante del subgénero al que homenajean.