The Ranch: una fórmula repetida pero eficaz

Un fin de semana lluvioso y una suscripción a Netflix complotaron para hacerme ver la nueva comedia de Ashton Kutcher. Si quieren saber que me pareció, solo sigan leyendo.

Colt Bennett es un jugador de football americano que pasó de ser una estrella amateur a un fracaso a nivel profesional. La culpa de su derrota es oficialmente una lesión, pero el alcohol y una vida disipada han tenido bastante que ver en su caída. Vencido, vuelve al único lugar en el que aún se lo recuerda como a un héroe: su pueblo natal, en Colorado. Allí lo esperan (es un decir) su padre Beau (Sam Elliott), un vaquero parco y testarudo que solo vive para su rancho y su hermano Rooster (Danny Masterson), con el que mantiene una amistosa rivalidad alimentada en gran medida porque Colt«abandonó a su familia» para perseguir su sueño de ser deportista profesional, dejando que su hermano mayor lidiara solo con su padre. Completan el cuadro familiar su madre, Maggie (Debra Winger) que regentea el bar local y vive en un trailer y Abby (Elisha Cuthbert) su novia de juventud.

Cualquiera que haya visto al menos una sitcom en su vida se hará una idea de la clase de plato que se cocina con estos ingredientes. Colt aprenderá a amar, o al menos soportar, la áspera vida del rancho; su padre demostrará no ser tan duro de corazón como aparenta; su hermano y él se harán la vida imposible y aunque veces se aliarán para resistir el genio del patriarca y otras se arrojarán mutuamente a los lobos, a la hora de la verdad todos formarán un frente único contra las adversidades que los azoten.

Además de los problemas económicos del rancho, la trama gira en torno a la vida amorosa de los protagonistas. Por una parte los padres de Colt intentan decidir si quieren ser un matrimonio que vive en casas separadas o dos extraños bajo el mismo techo; y por otra el propio Colt, que oscila entre intentar recuperar a su antigua novia, actualmente en pareja con Kenny (Bret Harrison) o afianzar su relación con Heater (Kelli Goss) una veinteañera exuberante que en principio es presentada como la típica jovencita promiscua y tonta, pero con el correr de los capítulos demuestra ser más que una cara[1] bonita.

El guión discurre sin sorpresas, con el balance adecuado de humor (en gran medida aportado por los remates de Rooster) y emotividad. Si tienen suficiente tie
mpo libre, cuando quieran acordar descubrirán que se vieron las diez entregas de treinta minutos que componen esta primera parte de la primera temporada y se divirtieron bastante. En mi particular manera de clasificar las series, The Ranch es de la clase que veo (mejor dicho, escucho) mientras hago alguna otra cosa. Dedíquenle toda su atención y probablemente se sientan decepcionados, pero pónganla de fondo mientras cocinan, juegan o trabajan y les arrancará unas cuantas sonrisas e inclusive alguna que otra carcajada.

Las actuaciones son buenas, sobre todo porque aun en los papeles secundarios encontraran gente con oficio, como es el caso del mencionado Bret Harrison y la siempre bella Megyn Price, a quienes quizá reconozcan como Brad y Claudia respectivamente en la recordada Grounded for life. Un cameo destacable es el de Jon Cryer (el doctor Alan Harper de Two and a half men), que en un episodio encarna al encargado de otorgar un préstamo a Beau.

En definitiva, estamos ante una comedia que cumple y aunque no logre destacarse del montón resulta una opción decente para pasar el rato y… seamos sinceros… ¿alguien esperaba más de Ashton?

[1] Y un trasero, y unos pechos