Cómics
Antiguos dueños de las flechas
Reseña de Wampum y Wigwams, historias de los pueblos originarios norteamericanos, de Gustavo Schimpp y Enrique Alcatena, publicadas en forma conjunta por Milenario Ediciones-Loco Rabia Editora.
A diferencia de Quique Alcatena, uno de los dibujantes más editados en el país en la última década, ya sea en solitario o recuperando parte de la monumental obra gestada junto a Eduardo Mazzitelli para Europa, no son muchos los trabajos del guionista Gustavo Schimpp publicados en nuestro mercado, aparte de sus inicios en Editorial Columba, Ediciones Récord -material difícil de conseguir- y los aportes al proyecto de “Hacha: Historieta Argentina” en sus últimos números, o la breve “Cabeza de Górgona” y aquel extra de “Magma”, para la extinta Thalos Editorial.
Una nueva coedición entre Milenario Ediciones de nuestra ciudad, y los porteños de Loco Rabia editora viene a corregir en parte eso, a través de un volumen íntegramente dedicado a historietas autoconclusivas de diversa extensión publicadas originalmente en Italia durante 1996, con aventuras que mixturan lo real y lo fantástico, cuyo hilo temático común es el hecho de estar ambientadas en la región de los Grandes Lagos norteamericanos, y basadas parcialmente en el folclore, mitos y leyendas que integran el amplio patrimonio cultural de las diversas etnias que supieron habitar y prosperar en aquellas regiones, antes y durante la llegada del hombre blanco.
En el nombre de Manitú
A falta de un buen prólogo -uno de los pocos aspectos criticables de la publicación-, nos explican los editores en la contratapa que Wampum es el término con que estos pueblos denominaban a un cordel de oropeles que utilizaban como moneda de cambio, teniendo un valor sagrado. Asimismo, Wigwam era el nombre que recibían las tiendas que habitaban. De allí el título, entonces, ahora nos abocamos al contenido, los diez relatos que totalizan 126 páginas de historieta, presentadas con un buen diseño de portada realizado por Pablo Colaso, sobre ilustraciones de Alcatena.
‘Kyehe y el Wendigo’ está planteado como un enorme flashback, con un miembro de los Mohawks, ya anciano, narrando a los niños de su tribu la experiencia que llegaría a marcarlo para siempre de joven, convirtiéndolo en un verdadero guerrero. Un relato de transmisión oral al calor del fuego en una noche de verano, que refiere a una singular experiencia. Emotiva historia, en siete buenas páginas. ‘El hombre que no era’ presenta en trece páginas la vida de Mishe-Mokwa, un joven hallado bajo circunstancias particulares durante una cacería indígena. La historia integra varios elementos propios del imaginario cultural, jugando con la idea de una mágica transformación, y es algo predecible, quizás, pero está eficazmente resuelta.
‘Cuatro iroqueses’ es la adaptación libre de una leyenda nativa, y quizás por ello, se encuentra entre lo más logrado del volumen. Catorce páginas, un relato que involucra a otros, puesto que tiene lugar durante una reunión posterior a la temporada de caza invernal. El último objeto a repartir es un mosquete, y los guerreros de distintas etnias, Mohawk, Onondaga, Cayuga y Seneca, proponen un desafío, quién cuente la mejor historia de caza recibirá el arma como premio. El final es emotivo, inesperado. Algo más mística resulta ‘El falso rostro’, incorporando al mundo espiritual y la costumbre de las máscaras representativas. Nekumonta es un muchacho que sufre una pesadilla en la que comete un error, por lo que recurre al consejo de los chamanes de su tribu. Sabios al fin, la solución que proponen implica un particular tipo de justicia divina. Interesante.
Sigue ‘El vuelo del cuervo’, trama de trece páginas que vincula los destinos de Atotarho, Micmac despreocupado que vive de los favores de su cuñado Akaiyan, sin aportar demasiado a la comunidad, y el ave de rapiña del título. Nuevamente, los sueños son el recurso utilizado para unir ambos mundos en un remate que incluye un giro fantástico. ‘Una pequeña grieta’ da cuenta de los últimos momentos de Thayenda, bravo Oneida que se somete voluntariamente a una tortura llevada a cabo por la tribu enemiga Ottawa, como forma de expiar su falta de valor en la batalla, y ayudar a que los espíritus de sus compañeros caídos obtengan el cielo. Trece páginas para un estremecedor relato que expresa con crudeza el sentido de pertenencia y amor propio.
‘Cara moteada’ es el apodo de un indígena al que nadie en su comunidad respetaba, por entenderse mejor con la naturaleza circundante más que con los suyos. Una tragedia propiciada por los Gahondas, malos espíritus que habitan en la profundidad de los lagos, lo elevará por sobre su temor para ganarse el respeto de los suyos. Historia dramática con final sobrenatural, también de trece páginas. ‘Cazador de corazón sombrío’ tiene por protagonistas a dos Hurones, el anciano Dahjoh y el joven Ongwe, durante la iniciación de éste en el arte de la cacería. Errores que se repiten a través de la historia, y el pasado que vuelve debido a un hallazgo en la pradera, confluyen en una gran resolución. Otro de los puntos altos del tomo, trece logradas páginas.
‘Sobre consecuencias y responsabilidades’ parte de un vínculo no del todo feliz entre el pueblo Mohawk y Mohicano. El habitual cobro del tributo de los primeros a los últimos, por el solo hecho de ser mejores guerreros, encuentra al bravo Poolaw llevando a cabo una tarea indigna. Un encuentro con Waukheon, el mítico pájaro de trueno, cambiará definitivamente las cosas para él y el resto de los mohicanos, en catorce intensas páginas. ‘Los murmullos del bosque’ vuelve sobre el personaje del primer unitario, el anciano Kyehe, para dar una resolución a su antiguo enfrentamiento con otra ancestral criatura de la región, el Wendigo. Trama de trece páginas que representa un cierre redondo para el libro, dando cuenta de la armonía con que aquellas etnias vivían, en perfecta comunión con la flora y fauna que los rodeaba.
El reto del verosímil, realidad y ficción
“Wampum y Wigwams” es un material muy recomendable, que se inscribe entre lo mejor de la historieta de aventura. Los guiones evitan en todo momento caer en lugares comunes, tanto en las situaciones ideadas como en la caracterización de los personajes. Para muestra, un ejemplo; la figura del hombre blanco, francés en este caso, solo aparece en un relato, siendo presentado como un pobre ambicioso guiado por la codicia y escasamente respetado por sus pares, que ve una oportunidad y la aprovecha, ignorando los efectos de su acción. No hay aquí las típicas historias de vencedores y vencidos, esas que tanto hemos leído en infinidad de comics y novelas, o visto en el cine. El trabajo de Schimpp se descorre inteligentemente de esos tópicos tan remanidos, a la vez que demuestra gran oficio, tanto en documentación histórica como en imaginación a la hora de gestar los conflictos cotidianos de estos seres humanos que tenían otra forma de entender y racionalizar el mundo que les tocó en suerte.
De la faz gráfica no hay mucho que agregar a lo ya conocido, el trazo de Alcatena está, como siempre, al servicio de cada historia. La puesta en página es algo más tradicional en comparación a otras obras suyas, producto del límite que supone la extensión del formato autoconclusivo, pero eso no le impide salir airoso de grillas con gran cantidad de viñetas, sin escatimar esfuerzos a la hora de dibujar fondos. El diseño de personajes es otro punto fuerte del dibujo, sus indios son únicos y a la vez diferentes entre sí. El paisaje, las estaciones del año en las que transcurre la acción, todo está allí para el deleite visual del lector, sin nunca sobrecargar, cuidando siempre la fluidez de la narrativa. El complemento perfecto para las diversas tramas pergeñadas por el guionista. El tomo es un verdadero lujo que no hay que dejar pasar, correctamente editado y a buen precio. Una gran lectura, digna de cualquier biblioteca comiquera.
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