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A sangre y tinta

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A sangre y tinta

Dos etapas de una auténtica obra clave del policial negro nacional de época, “El Condenado”, bajo la óptica de Mariano Sicart.

Los memoriosos recordarán la serie que vio la luz era la revista Skorpio, de Ediciones Récord, a partir de 1979. Otros pueden haberla descubierto por los cuatro o cinco capítulos que la etapa actual de Fierro: La Historieta Argentina, de Editorial La Página S.A., publicó de modo esporádico desde 2006 al presente. Lo cierto es que quién haya leído aunque sea un solo episodio, difícilmente pueda olvidarla. No es casual eso, si se toma en cuenta que nos estamos refiriendo a un trabajo clave en la rica carrera de dos destacados profesionales de nuestra historieta, el escritor y guionista Guillermo Saccomanno y el enorme dibujante Domingo ‘Cacho’ Mandrafina.

Durante el último tiempo dos lindos tomos de diferentes editoriales nacionales recopilan distintos momentos en la evolución de esta creación, que combina el género de aventura con el mejor suspenso policial, ambientada en el período histórico de las décadas que se ubican entre la Primera y Segunda Guerra Mundial en Europa y América, sin nunca mencionar una fecha concreta o hechos de la historia mundial definibles a modo de referencia.

Skorpio presenta 3: El Condenado (Editorial Wallsen S.A., 2013)

asangreytinta-111hsdjhsjkdkd02La historia de Marcel Clouzot, gris empleado administrativo de mediana edad que se esfuerza en su trabajo con la intención de conseguir un ascenso para brindarle un mejor pasar económico a su esposa, Albertine, arranca contada por él mismo, escrita a mano en primera persona. Desde la prisión. Porque una noche llegó a su casa del trabajo para encontrar a su mujer sin vida, desnuda y presumiblemente violada. Entre las sombras, descubrió al asesino y lo enfrentó, pero éste logró reducirlo a golpes. Para cuando despertó ya era tarde, el perpetrador del crimen se había ido, un cuchillo ensangrentado había sido dejado en su mano, y la policía estaba presente en el domicilio.

La sentencia no se hace esperar, lo aguarda una vida de trabajos forzados en el penal transoceánico de Cayena, capital de la Guayana francesa, a la cual pertenece la Isla del Diablo, donde se emplaza la cárcel. Allí se gana el apodo de ‘el francés’, y se convierte en un hombre distinto al que era; a fuerza de golpes su carácter se templa en la adversidad, se vuelve un sobreviviente. Pronto, la idea de la fuga se impone entre un puñado de reclusos del que forma parte. De los seis evadidos iniciales, solo él y el ‘Bretón’ lo logran. Perdidos en la selva, dan con una tribu de Jíbaros que mata a su compañero. Clouzot se adapta al entorno y hasta consigue el amor de una nativa, pero unos contrabandistas blancos atacan la aldea y su piedad hacia ellos determina su destino. El destierro termina siendo la única opción.

Los cuatros primeros capítulos, ‘La antesala del infierno’, ‘La fuga’, ‘Los primeros pasos’, y ‘El jíbaro francés’, narran este conflicto inicial y su resolución. Después vendrán autoconclusivos o de continuará, de no más de dos o tres capítulos de extensión, cada uno de ellos con un promedio de 12 páginas. ‘La muchacha del Ron’ muestra al exreo en Maracaibo, a bordo de una embarcación que contrabandea armas a un grupo revolucionario venezolano disidente. ‘La isla maldita’ lo reúne con un amigo que supo salvarlo de un naufragio, ahora devenido en sheriff del poblado de Kaluna, en Wailuku. Víctima de lepra, el hombre es enviado a una isla junto con otros enfermos. Hacía allí irá Clouzot, para intentar devolver viejos favores en nombre de la amistad.

Los últimos tres capítulos reúnen al condenado en Melbourne, Australia, con otro evadido de Cayena, que pronto deviene en genial coprotagonista, el inefable petiso Tartarín. Buscavidas simpático e impredecible, pero leal. ‘Tesoro sin dueño’, los presenta al frente de una peligrosa excursión para dar con un barco inglés hundido que llevaba un importante botín a bordo. ‘Mi amigo Tartarín’ lleva al particular dúo, desesperado por conseguir algún capital, a una competencia boxística con un gran premio que Clouzot ganará, solo para añadir más problemas a su ya difícil existencia. Por último, en el capítulo ‘La fortuna huye otra vez’, son contratados por una mujer en el mar de Timor, para una travesía que tiene por finalidad rescatar al marido de ésta, atrapado en una mina repleta de oro. El plan se complica, y el final vuelve a encontrarlos nuevamente varados, sin sustento económico.

Perfilar personajes convincentes, creíbles, en tramas breves no es tarea sencilla, pero el talento de Saccomanno, que proviene del ámbito literario, siempre logra el objetivo. Esta primera época plantea el sostén argumental sobre el que se basará posteriormente la serie, con ese relato en primera persona tan próximo y característico, que desde el vamos acerca a Clouzot al lector, conociendo de primera mano sus impresiones sobre las diferentes situaciones que enfrenta. Más protagonista que narrador todavía. El dibujo del Mandrafina de fines de los setenta, evidencia el uso de técnicas de sombreado y algunos enfoques que remiten al ‘Mort Cinder’ de Oesterheld y Breccia. La narrativa, el empleo del claroscuro y la ambientación de época son impecables, y generan la atmósfera que da vida a los personajes, y a los diferentes entornos en que se mueven.

Esta edición incluye un prólogo que sirve de presentación al tomo de 128 páginas en blanco y negro, impreso en papel de buen gramaje, e incluye solapas en tapa y contratapa con información sobre la trayectoria de ambos creadores.

Biblioteca MP de Novela Gráfica 9: Marcel Clouzot, el condenado (Doedytores, 2011)

asangreytinta-111hsdjhsjkdkd03El capítulo introductorio del volumen encuentra al personaje algo mayor, asentado en una anónima ciudad norteamericana, donde regentea su propio negocio, el cabaret ‘Sweet Sodome’, en compañía del pianista Griffith, el joven camarero Billy y varias alternadoras. Ahora usa el relato oral como borrador para sus historias, esas que ahora redacta en una máquina de escribir, aunque le cueste hacerlo, porque siempre remiten a momentos complejos de su pasado y rara vez tienen un final feliz.

Hasta allí llega una misteriosa mujer con una novela que se titula ‘Una temporada en el infierno de Cayena’ bajo el brazo. Pese a estar firmada por otra persona, un seudónimo, la dama sabe que Clouzot fue el autor, y le pide un pago mensual a cambio de que ella y su socio en la extorsión, un fracasado aspirante a escritor que de alguna extraña manera lo admira, no delaten su identidad a la justicia francesa. No sin ciertas complicaciones, el protagonista se libra de estos acosadores de una vez y para siempre.

“Los hombres de Carol” está compuesta por doce capítulos de ocho páginas que narran el tiempo en que fue secretario, chofer y guardaespaldas de una puta de alta sociedad. El inicio tiene lugar en los muelles, donde Marcel solía vagar entre trabajos de mala muerte y su adicción al alcohol. Durante un riña callejera contra dos oponentes, la despampanante morocha aparece justo cuando uno de los matones se dispone a disparar contra él. Resuelta, a punta de pistola, ella serena las cosas, subiéndolo al auto, llevándolo a su casa. Al otro día, con el francés repuesto de la borrachera, le propone el trabajo. Sin muchas opciones, éste acepta. Pronto comienza a llevarla a las mansiones donde ejerce su oficio, sacarla de apuros cuando algún cliente se pone molesto, y devolverla a su casa, noche tras noche. Siendo testigo, también, de otras historias.

Cómo la de aquella vez en que debió enfrentarse a otros chóferes mientras su jefa asistía a una fiesta, decisión que tomó por un comentario fuera de lugar de uno de ellos, o la noche en que sorprendió a un fotógrafo queriendo retratar a un importante candidato político que tenía el fetiche de travestirse para tener sexo con Carol. De a poco las cosas se fueron complicando cuando, un domingo, el trayecto terminó en un Colegio Internado donde era pupilo, Jimmy, el pequeño hijo de Carol. La idea era pasar un día de campo, pero unos clientes reconocieron a la mujer, obligándolo a intervenir.

Al tener que mentir sobre el motivo de la contienda, Clouzot comprendió que tanto la madre como el niño le importaban, al punto de llegar a pensar que fue lo más parecido que tuvo a una familia en su vida. Hecho que constató cuando intentó amigar al chico con sus compañeros que se burlaban de él, llamándolo ‘hijo de puta’. O la ocasión en que una obesa esposa despechada los siguió en el paseo dominical con la intención de ajustar cuentas contra la ‘responsable’ de que su marido la amenace con separarse.

Pero sin dudas hubo un quiebre en la relación entre Marcel y Carol tras el momento en que tras una mala noche, ella intentó suicidarse, luego de una fuerte borrachera y la negativa de su empleado a intimar. Este consigue salvarla llevándola a un hospital, pero todo se complicó cuando su jefa confesó que tomó la determinación de dispararse creyendo que a él no le importaba. La situación era todo lo contrario. Tiempo después fue ella quien debió, otra vez, rescatar a su matón privado de una pelea que iba a terminar mal. Marcel solo quería sacarse a golpes, la bronca que tenía con sí mismo y con su patrona, después de que esta le prepusiera pasar juntos una noche.

Los sentimientos complicaban el trabajo. Y hasta la triste historia de Philip, un gris empleado bancario que, sabiendo que le quedaba poco de vida, robó una gran suma de dinero y quiso pasarla bien con Carol, la prostituta de la ‘gente importante’, significó un momento determinante en ambos. Pero la noche en que por pedido de su jefa, debió socorrer a Teddy, ladrón de la banda del temible Butcher Ryan, a quien le había robado un caro diamante tras un golpe, lo cambiaría todo. De una vez y para siempre.

El bonus del libro es un capítulo doble titulado “La tormenta del Dark Lady”, relatado por Clouzot al camarero Billy, que lo devuelve a su época como estibador en los muelles. Embarcado en un navío que llevaba un cargamento de armas ilegales a una colonia inglesa en el África, para hacer esclavos. El plan vería un final distinto gracias al azote del clima, primero, y al accionar del negro Dimgo y el propio Marcel, después.

El drama y la ironía campean por las tramas que Saccomanno desarrolla con mano maestra, haciendo a veces que el protagonista se corra de su lugar, para ceder su rol a otros personajes. La propia Carol, con sus miserias a cuestas, termina siendo una mujer fuerte y creíble, en un mundo dominado por hombres. Por lo demás, perdedores, ricachones, políticos, malvivientes y antihéroes pueblan páginas donde siempre hay un giro argumental que sorprende al lector. La faz gráfica del material, que data del 2001, muestra al Mandrafina contemporáneo, en pleno uso de múltiples recursos, como las fotográfias de época a modo de fondos, sabiamente utilizadas. Los climas, su puesta en página, el manejo de la acción, y sus personajes ricos en expresividad, son construcciones perfectas, siempre distintas. Verosímiles a más no poder.

La correcta edición del volumen, también de 128 páginas, tiene un buen prólogo que acerca la serie a quienes no la conozcan y demuestra una buena elección del material. Son capítulos más recientes, que no fueron publicados en Fierro y dan buena cuenta de la segunda etapa, más actual, en la trayectoria de este gran personaje, Marcel Clouzot.

Resumiendo

Para los amantes del policial negro, la intriga y el drama, o aquellos que solo busquen disfrutar de una buena historieta, El Condenado es una lectura sumamente recomendable. Si se pretende una mejor compresión y respetar el orden cronológico de la serie, sería aconsejable leer primero el tomo de Wallsen y después el de Doedytores.

Publicado desde hace tiempo con enorme éxito en Francia, Italia y España, era hora de que editores locales tuvieran en cuenta este material. Un único detalle criticable, en ambos libros, es el hecho de haber utilizado como portada una viñeta de historieta con el tamaño aumentado, agregándole algún efecto de color. Después de haber atestiguado en la última edición de Crack Bang Boom! la buena onda con la que se prestó a dibujar para los fans, no creo que el maestro Mandrafina se niegue a realizar una ilustración de tapa original, cuando la idea es acercar parte su obra al público argentino. Ello daría un plus de calidad a las ediciones nacionales, siempre tardías en relación a las europeas por motivos culturales y económicos. Pero esto último ya es otra historia.

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Foto de Mariano Sicart

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