Cómics
Policiales Satánicos: reseña de Fatale
La última gran obra de Ed Brubaker y Sean Phillips “Fatale”, editada por Image, llega al país de la mano de Panini. Alvaro de la Iglesia te cuenta sus impresiones.
El guionista norteamericano Ed Brubaker (Batman: El hombre que ríe) y el ilustrador inglés Sean Phillips (Uncanny X-Men) llevan varios años juntos, sorprendiendo en el terreno del cómic “de culto” con títulos como Incógnito y Criminal. Su última gran obra es Fatale, editada por Image como serie regular, y que ahora llega al país recopilada en tomos de la mano de Panini.
Fatale es un extraordinario examen de la combinación de dos géneros tradicionales, de larga data: el policial negro y el terror. De dicha mixtura se decanta cierta estética Pulp, patente en una línea narrativa clásica y -sobre todo- en el tratamiento visual, que no deja lugar a dudas ya desde sus maravillosas portadas.
Fatale parte de un personaje central, Josephine, que es la femme fatale inmortalizada en la literatura: un irresistible imán para los hombres, que a su vez los conduce irremediablemente a la desgracia. Josephine simboliza muy bien esa idea de personaje inmortalizado ya que, al parecer, ella misma es inmortal. Se mantiene joven y hermosa y guarda secretos suficientes para ser una especie de mercancía entre todos aquellos que la persiguen, sean cuales fuesen sus motivos.
La trama, no obstante, arranca con reminiscencias borgeanas: un hombre ha perdido la pierna en un accidente al que se vio arrastrado por sucesos que no comprende, y debe descubrir un pasado terrible a partir de un libro inédito titulado La Parte Perdedora de la Eternidad, escrito por un tío suyo recientemente fallecido.
Este interesante puntapié inicial da paso a una historia oscura y sangrienta, donde no faltan pactos con el diablo, sutil erotismo, estética noir, visiones paranormales, sectas satánicas y asesinatos rituales. Y por sobre todas las cosas, intriga. En todo caso, los interrogantes no se detienen en la mera superficialidad de los hechos -lo que hubiera acentuado el aspecto más mundano de la historia, referido a la corrupción policial, la infidelidad y las relaciones enfermizas- y en cambio prefieren lanzarse de cabeza a la clave fantástica, la cual tampoco queda del todo zanjada (hecho por otro lado comprensible si tenemos en cuenta que este tomo recopila los cinco primeros números de una colección regular).
¿Por qué el demonio reclama a Josephine para sí? ¿Y porqué incumple su parte del trato con Walt Booker? Son preguntas que quedan a medio camino, deliberadamente o no por el guionista. En definitiva son interrogantes que, de quedar sin respuesta, en nada resienten la intención y el mensaje último de este cómic, novedoso por donde se lo mire.
Brubaker trabaja un elaborado guión sin artificios narrativos. Prefiere narrar casi linealmente (a pesar que la historia se desarrolla en dos momentos históricos bien diferenciados, a casi sesenta años de distancia entre uno y otro) y con formas bien clásicas en lo que se refiere a diálogos y cajas de texto. El dibujo de Phillips sigue la línea del guión, aunque no podemos dejar de notar cierto apuro en el trazo, no tan cuidado como en sus trabajos para Marvel o Vértigo. Diría que estas son las características que dan al cómic un aspecto retro, pero tan sólo en la primera impresión. Al leer el primer tomo te cierra que, en base a esa estética definida, Brubaker y Phillips pretenden (y lo logran con creces) trabajar en la unificación de géneros clásicos, con fuerte sello autoral.
El primer tomo de Fatale, que recopila los cinco primeros números de la serie regular, se titula La muerte me persigue. Aunque llegó escasamente al país, vale la pena buscarlo con paciencia por comiquerías, librerías especializadas e Internet.
Fatale es como Josephine, su protagonista: no deja indiferente a nadie.
