Cómics
Batman y Robin versión New 52 (Segunda parte)
Final de la reseña por el comic-book que se quedó sin coprotagonista a poco de arrancar, por Mariano Sicart.
El encuentro tan esperado
Los números quince y dieciséis de la publicación se enmarcan en ‘La Muerte de la Familia’, saga gestada argumentalmente por Scott Snyder desde las páginas de Batman, con repercusiones en los títulos-satélite de la franquicia. Ello le da la posibilidad a Peter Tomasi de, finalmente, poder utilizar un villano de peso, privilegio editorial reservado a Snyder. El guionista aprovecha la oportunidad, planteando un enfrentamiento entre Robin y el Joker. La historia arranca con Damian investigando la desaparición de Alfred Pennyworth, raptado de la mansión Wayne por el payaso del crimen. El muchacho encuentra orina de hienas en los alrededores, pista que lo lleva al Zoológico de Gotham, donde se topa con los animales, que acababan de devorar a un sereno.
Sacándose de encima las peligrosas mascotas del psicópata, cae hacia el interior de una jaula subterránea, para perder el sentido y despertar dentro de un enorme huevo de ave. Allí el criminal ha escenificado el nacimiento del petirrojo, iniciando un extenso e interesante diálogo con su prisionero. El Guasón explica el por qué, desde su retorcido razonamiento, cree que debe romper los vínculos del hombre murciélago con sus asociados, y se entiende. Como también se comprende la motivación del joven cuando, al creer mutilado al mayordomo, amenaza con matarlo por ello, aún a costa de romper la promesa que le hizo a su padre de no volver a tomar una vida. El final del decimoquinto número presenta al chico maravilla enjaulado, debiendo pelear contra el encapotado, enajenado bajo los efectos de la toxina de su máximo rival.
Su lógica es sencilla, si el peor miedo de Batman es ser responsable de la muerte de Robin y el peor miedo de Robin es ser responsable de la muerte de Batman, él va a forzar ese momento. Damian encara el combate primero con la razón, intentando llegar a su compañero con palabras, pero éste se halla lejos de la comprensión. Finalmente, opta por los golpes, pero se contiene en el momento decisivo, prefiriendo morir por la mano de su padre a que él lo haga por la suya. Entonces, el Joker activa a distancia una bomba que había colocado en el estómago del karateca al que había vestido como el héroe, para sorpresa de su ayudante. El número dieciséis termina con una escena repetida en las series de dicha saga, previamente a su conclusión; el payaso, de esmoquin, sosteniendo una bandeja de cocina tapada que ofrece a, en este caso, Robin.
Entonces llega la noche
El número siguiente se titula ‘La vida es sueño’, desarrollándose tras el final de una noche de trabajo por parte del dúo dinámico, con Alfred esperándolos en la Batcave y su habitual vianda de alimentos. Una pequeña escena cotidiana que el equipo creativo retrata con maestría. Se despiden, para dirigirse a sus respectivas habitaciones. Al conciliar el sueño tienen diferentes pesadillas, en las que se evidencia la complejidad de los personajes, sus deseos y temores ocultos. Parecería que pasa poco, pero en verdad es todo lo contrario.
Lo realmente incomprensible tiene lugar en el número ocho del volumen II de Batman Incorporated, donde Grant Morrison y Chris Burnham acaban con la vida del joven Wayne. Robin sale en defensa de Gotham City y enfrenta al villano Leviathan, muriendo por su mano de un modo cuanto menos caprichoso. Es sabido que el guionista escocés suele tener un modo de escritura personal y polémico, que podría definirse como el armado a largo plazo de una idea, donde todo lo previo cierra sobre el final. Su larga etapa al frente de los títulos del murciélago chocó con una reestructuración editorial por parte de DC Comics, la movida de los New 52’s, y esto quizás haya conspirado con sus planes, pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿Por qué retomar aquel viejo plot dejado fuera de continuidad del hijo biológico entre Talia Al Ghul y Bruce Wayne, convertirlo en el nuevo Robin y después matarlo?
Eso mismo se había hecho –y posteriormente deshecho- con Jason Todd, que también tenía una personalidad compleja. Sinceramente, no se entiende. Lo único positivo de ello sería la evolución de Tim Drake, tercer chico maravilla, en Red Robin, que a poco de tener su propio e interesante título, pasó a comandar los Teen Titans, desdibujándose en el camino. O, visto desde otro lado, justo cuando Tomasi estaba dejando todo en la construcción del carácter y motivaciones de Damian Wayne, convirtiendo el odio inicial de los fans del caballero oscuro para con su hijo en simpatía. Aunque Morrison ya había ejecutado a Jean Grey –otra vez- en su paso por New X-Men, en la vereda opuesta.
Lo cierto es que hay que leer el número en cuestión antes del dieciocho de Batman y Robin, que se titula ‘Incompleto’, y es mudo. La labor de Patrick Gleason para plasmar en imágenes la trama pergeñada por el guionista es impecable, con un trazo siempre fluido, de registro preciso, tanto en los momentos de acción como en aquellos otros que bien podrían calificarse de dramáticos. Básicamente, se narra la noche posterior a la muerte del chico, con Alfred y Bruce asimilando a su manera la pérdida. La principal consecuencia es un manejo excesivo de violencia en su cruzada contra los criminales de Gotham y hasta en sí mismo, incluso. La última página repite aquella imagen en la que Wayne abrazaba a su hijo confesándole estar orgulloso de él por primera vez, solo que esta vez se aferra al traje de Robin. Conmovedor.
Batman y….
A partir del decimonoveno número, la serie modifica su título para presentar team-ups entre el justiciero de Gotham y sus aliados, en capítulos titulados con los nombres que el Psicoanálisis asigna a las diferentes etapas del duelo. Cambio radical en el status quo previo, que tenía a su hijo en el rol protagónico. El hilo conductor sigue siendo la forma de asimilar la desaparición física de su descendiente, sus reacciones frente a ello.
‘Negación’ encuentra al vigilante completamente cegado ante el dolor, dejando su ciudad sin dar explicaciones para poner rumbo al Ártico, y dar con el paradero de Frankestein, quien por entonces estaba al servicio de la organización gubernamental S.H.A.D.E. Su intención es, una vez hallado el castillo en el que habita, diseccionar al monstruo para encontrar qué lo mantiene vivo y regresar a Damian de la muerte. Alfred, preocupado por las escasas explicaciones al respecto de su partida, convoca a Red Robin para averiguar qué sucede. Recriminaciones varias de un lado y otro, secuelas de ‘La Muerte de la Familia’, un final algo previsible aunque no menos logrado y la presentación de Carrie Kelley en la continuidad oficial como una estudiante universitaria que le daba, a escondidas de su padre, clases de teatro privadas a Damian.
Llegamos a la veintena junto a Red Hood, que participa del capítulo ‘Ira’. Mientras Alfred contrata a Carrie para el cuidado del perro Gran Danés Titus, Bruce se embarca junto a Jason Todd a Etiopía, su objetivo es desbaratar un grupo de mercenarios internacionales que operan a escala mundial. Ellos habían intentado eliminar a Damian cuando su madre puso aquella recompensa por su cabeza. Una vez ajusticiados de un modo violento, inutilizándoles los nervios de las manos para que no puedan volver a empuñar un arma, se descubre por qué Todd fue convocado a la misión. Batman pretendía llevarlo al lugar donde tuvo lugar la explosión que le quitase la vida, para que éste recordara alguna precisión al respecto de la forma en que retornó del otro lado, que pudiera aplicarse a su hijo. Esto disgusta a Red Hood, que enfrenta a su mentor a golpes, descargando su furia, para dejarlo solo, con su miseria, en el desierto.
Batgirl es la invitada en el número veintiuno, con el correcto Cliff Richards reemplazando al dibujante titular. La trama muestra a los dos héroes sobrellevando de diferente modo la pérdida de un ser querido, puesto que Bárbara acababa de perder a su psicópata hermano James Gordon Jr., sintiéndose en parte responsable de ello. Mientras, la cruzada del señor de la noche contra el delito se torna más violenta. Sobre el final, la hija del Comisionado de Policía se acerca a Wayne, advirtiéndole de los riesgos que está tomando al comportarse así y sugiriendo que, si lo necesita, ella puede convertirse en Robin, para mantenerlo centrado. Oferta que él rechaza, echándola de la Batcave.
El vigésimo segundo número ‘Desesperación’, presenta a Catwoman como partenaire del murciélago, al tiempo que Kelley sigue ganando protagonismo. La gata llama la atención de Batman a partir de su vínculo con la Justice League Of América, proponiéndole acceder de incógnito a la embajada China en Gotham para rescatar a una pequeña niña que era mantenida cautiva como modo de presión para que su padre, un científico exiliado en USA, realice experimentos biomecánicos para la defensa del aquel país. Como siempre, la química entre la –nuevamente- villana y el justiciero nocturno permanece intacta, y el encuentro lo ayuda a descomprimir la tensión que padece.
‘Aceptación’ es el título que lleva la conclusión de este largo pero disfrutable periplo, con Nightwing como invitado, en el número veintitrés. Al comienzo de la historia Bruce lleva cuatro días seguidos en una consola de simulación recreando una y otra vez las circunstancias que determinaron la muerte de Damian, con la intención de probarse a sí mismo que pudo haber evitado ese fin. Sin lograrlo. Alfred, preocupado por su salud mental, llama a Dick Grayson para que lo convenza de desistir. Lejos de hacerlo, su primer alumno se suma a la simulación para ayudarlo. Entre ambos consiguen el final deseado, pero, al mismo tiempo, Bruce se convence de que nada puede hacer más que dejar ir a su hijo. Un último giro inesperado, enternecedor, involucra a Alfred, que también asume su culpa por la pérdida, y logra reconciliar definitivamente a ambos.
El bajomundo de Gotham
Noviembre de 2013 fue el mes de los villanos para DC Comics, como parte del evento ‘Forever Evil’ los títulos de la editorial adquirieron periodicidad semanal y fueron ocupados por un enemigo en cada ocasión. De los cinco números extra, Tomasi escribe el 23.1, secundado por el mediocre Guillerm March en la faz gráfica, y protagonizado por quien será el rival a vencer durante la próxima saga, Dos Caras. Este venía ocupando breves segmentos en meses anteriores, donde se lo mostraba algo confundido y hasta preocupado. Aquí lo vemos erigirse en el protector de la ciudad ante la ausencia del señor de la noche, aunque, claro, es la moneda quien decide si salvará Gotham o se sumará a quienes intentan tomarla, ya que los prisioneros de la cárcel Blackgate e internos del Arkham Asylum han sido liberados por el Crime Syndicate. El Espantapájaros intenta sumarlo al grupo en cuestión, pero con Harvey Dent nada es seguro.
‘El gran incendio’ es el título del siguiente arco argumental, estructurado en cinco actos y con Gleason de regreso en los lápices. El número veinticuatro arranca de mañana, con Dos Caras en un cuarto de hotel. Al levantarse, lanza al aire su moneda, carga su revolver con una bala e intenta volarse los sesos. No tiene suerte. Paralelamente, regresa Erin McKillen, una jefa de la mafia irlandesa de Gotham prófuga de la ley desde que atacase al por entonces fiscal de distrito Dent, eliminando a su esposa Gilda Gold y desfigurándole la cara con ácido, vuelta de tuerca para el renovado origen del criminal pergeñada por el guionista. La peligrosa mujer pretende retomar el control del crimen volviendo a escena, aliándose con otras familias para quitar del negocio a los psicópatas imperantes en la urbe.
Número veinticinco. Erin es atrapada por Batman y retenida en la Jefatura de Policía de Gotham. Two Face manifiesta su intención de acabar con la pelirroja, rociando con ácido la mitad de la señal ubicada en la terraza del lugar. El murciélago aparece y desde un edificio contiguo mantiene una charla con Dent, que quiere matar a la irlandesa por su cuenta, en lugar de someterla a juicio. Al ser trasladada por la policía a la peninteciaría de Blackgate, los internos que responden a las otras familias intentan asesinarla, pero el inefable Matches Malone –mercenario de poca monta, alter ego de Bruce infiltrado en el elemento criminal- lo impide, propiciando una fuga que termina con ella en la mansión.
En el número veintiséis se explica el motivo por el que el millonario mandó a sacarla de la cárcel; ambas familias se conocían y las gemelas Erin y Shannon fueron amigas suyas desde la infancia, hasta que decidieron seguir con la empresa del delito que había iniciado su padre. De hecho, por entonces el propio Harvey era su abogado, relación que se pierde tras un golpe a James Gordon que acaba mal y decide traicionarlas, entregando evidencia de sus operaciones a la justicia, por lo que reciben cadena perpetúa, mientras él comienza su ascenso hacia la Fiscalía de Distrito, en alianza con Gordon y Batman. Erin logró escapar de allí gracias al suicidio de Shannon, volviendo después a Irlanda.
Bruce le aconseja que permanezca en la casa para mantenerse a salvo, dado que la policía no parece poder garantizar su seguridad, y tanto Dos Caras como el resto de las familias criminales quieren su cabeza. Ella rechaza la oferta, llamando a su primo Kieron, representante de los McKillen en Gotham, para otra vez abandonar el país. Traición mediante de éste, que quiere quedar a cargo de la totalidad del negocio delictivo, es entregada al deforme para que pueda cumplir con su venganza. Habiendo implantado un rastreador en la muchacha, el encapotado llega hasta el cementerio donde Dos Caras pretendía ultimarla, frente a la tumba de su esposa Gilda.
El antepenúltimo capítulo arranca en el cementerio, con la mafia en pleno llegando en el momento justo en que el criminal de personalidad ambivalente pretende acabar con su némesis y la responsable de su desgracia física y mental. A duras penas, el encapuchado consigue escapar de los numerosos sicarios, junto a ambos rivales. Se establece una tregua momentánea para lograrlo, y los tres huyen por un pasadizo subterráneo que recorre el cementerio. Explosión mediante, los mafiosos logran desbandarlos, capturando a Dent. Su mensaje es claro, la vieja escuela del crimen está de vuelta. La forma de demostrarlo es a través de una ejecución pública a Dos Caras.
La conclusión de la saga encuentra a Batman desesperado por hallar el lugar desde donde se está transmitiendo a través de la TV el ajusticiamiento ejemplificador de Dos Caras. Erin McKillen indica que es en los viejos Tribunales de Gotham, pero el héroe no le cree, razón por la que la deja nuevamente en la Jefatura y se dirige a unos viejos estudios televisivos. Llega a tiempo para evitar que lo incineren sobre el estrado, y en una charla magistral se develan varios puntos oscuros del pasado de ambos. Bruce fue quien le presentó a Gilda de jóvenes, por un lado, y Dos Caras siempre supo la identidad secreta de Batman, quien le indica que la moneda no tiene solo dos lados, ya que el borde representa la unión entre cara y cruz, indicándole que debe encontrar el equilibrio en su vida. James Gordon aparece en medio del enfrentamiento y es herido gravemente por Dent, que escapa mientras el caballero oscuro lo socorre.
Una suerte de epílogo dividido en tres partes, lo cual no es casual, presenta a Batman en el departamento de policía con una nueva señal para Gordon. Erin, nuevamente en prisión, organiza a las reas, dando a entender que el personaje llegó a la nueva continuidad para quedarse. Y Harvey, en el mismo cuarto de hotel donde arrancó la historia lanza la moneda y esta vez, la suerte lo favorece. Se despide del retrato con la foto de su mujer fallecida, disparándose mortalmente a la cabeza.
En síntesis
El trabajo artístico desarrollado en la colección por ambos autores es digno de lectura. Scott Snyder podrá manejar los destinos de la franquicia, pero Peter J. Tomasi ha demostrado no ser ningún segundón, bien complementado por un Patrick Gleason que se fue afianzando con el correr de los números. Sorteando todo tipo de obstáculos, desde el deceso de Damian, quien era el protagonista absoluto de la serie, a la prohibición de utilizar villanos clásicos, aún en las ideas menos afortunadas, el equipo creativo ha sabido mantener el interés, ofreciendo siempre un producto mainstream de nivel más que aceptable, dejando margen para no pocas sorpresas, incluso. Muchos giros, inesperados y no tanto, hay en carpeta para el futuro en ‘Batman y Robin’, comic al que aconsejamos darle una oportunidad, seas o no fanático del quiróptero. Su lectura promete interesantes ideas bien desarrolladas y respeto por el lector. Y cumple.
