Cómics
“Avengers: Endless Wartime”: Los vengadores contra la máquina
Análisis del primer lanzamiento mundial de Marvel Entertainment, bajo el formato de novela gráfica
Las Guerras
Dejando de lado la implícita connotación ideológica, lo cierto es que en Marvel Comics la palabra guerra tiene una importante trascendencia histórica. Todo se inicia en 1984 en aquella ‘Secret War’, con la que la casa de las ideas intentó anticiparse al proyecto de ‘Crisis On Infinite Earths’ -1985- de su competidora directa en el mercado norteamericano, DC Comics. A nivel artístico los resultados fueron más bien pobres, debido a que la premisa de la saga que involucra a todos los superhéroes de la editorial para frenar una gran amenaza tenía más sentido en la vereda de enfrente, donde se buscaba corregir la continuidad dándole coherencia interna, con un posterior relanzamiento de su panteón superheroico que sentaría a futuro las bases para los creadores que trabajasen con los diferentes títulos.
Todo lo contrario a lo que sucedería décadas después con ‘Civil War’ -2007-, controversial miniserie que redefiniría el status quo de los principales héroes y grupos del universo 616, en bandos irreconciliables que dejaría secuelas todavía hoy exploradas por diferentes autores. Precisamente, uno de los guionistas que tuvo que ver con aquel relato, el iconoclasta inglés Warren Ellis (Transmetopolitan, Planetary) es responsable del último lanzamiento que involucra al término en cuestión en su título, la ambiciosa novela gráfica ‘Avengers: Endless Wartime’. Aquí traducida como Guerra Eterna, representó en Octubre de 2013 el primer lanzamiento mundial de un comic en simultáneo, idea de Marvel que intenta combatir la piratería digital, ofreciendo también al lector un plus de calidad en el producto final, tanto en edición como en contenido. Ovni Press editó el material en nuestro país y el resultado no decepciona. El libro es de tapa dura, con lomo cocido, excelente calidad de impresión, prólogo, notas sobre los autores y hasta la guía de diseño utilizada.
Génesis
En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, corría el año 1944 cuando el Capitán América fue enviado a la isla noruega de Skreeklandet con la misión de verificar la existencia de una estación Wunderwaffe, bases operacionales Nazis dedicadas a la producción armamentística de avanzada. El lugar explotó por completo misteriosamente, hundiéndose en el hielo antes de que se pudiera comprobar nada.
Lo que Steve Rogers nunca supo fue que lo que ocasionó aquello fue una excursión de caza de Thor, quien pretendía probarse como guerrero ante su padre Odín, venciendo al Nidhogg, salvaje criatura mitológica asgardiana que había llegado a nuestro mundo y estaba reproduciéndose. Cegado por la furia, el Dios del Trueno se precipitó contra el monstruo, atacándolo sin piedad. El castigo de su progenitor, al verlo perderse en el odio de la batalla tomó la forma del rayo, una infinita descarga de poder que generó el hundimiento de todo el complejo, junto a la peligrosa bestia, con el nido y sus larvas.
En nuestros días, un país ficticio llamado Slorenia, ubicado geográficamente entre Irán y Afganistán, es noticia por una revuelta entre una facción política armada conocida como Tabissara, que intenta recuperar el poder en manos del gobierno actual. Estados Unidos respalda al partido oficialista por la posición estratégica que esa nación representa, y sus intereses en la región. Los medios dan cuenta de una inusual victoria de los miembros rebeldes contra lo que se muestra como un gigantesco Drone de combate biológico cuya alta tecnología confunde a los expertos. Este parece estar vinculado a Hereward, un contratista militar con base en la isla de Skrekklandet.
En la sala de reuniones de los Avengers, con sede en la torre Stark, el Capitán recuerda aquel episodio de su pasado ante las evidencias de proximidad entre un suceso y otro, proponiendo a sus compañeros investigar. Algunos están más de acuerdo que otros, pero el grupo se pone en marcha. Hawkeye, Black Widow, Wolverine, la Capitana Marvel y Iron Man, quien manifiesta como al pasar haber participado (sic) en el financiamiento estadounidense al partido que gobierna Slorenia, se ponen en marcha a bordo del Quinjet rumbo a Oriente. La excursión tiene por cometido capturar a la abominación tecnológica para denunciar ante algún organismo internacional su utilización en el conflicto armado y descubrir quién está detrás de esa manipulación.
No sin cierto trabajo, logran lo que se habían propuesto, eliminando definitivamente una gran cantidad de unidades, solo para descubrir malas noticias. Los especimenes son capaces de generar por cuenta propia su poder de fuego, parecen responder con miedo ante la presencia de Thor y el Capitán América, y hay 52 modelos que fueron enviados a Estados Unidos, a un predio militar de S.H.I.E.L.D. en New Jersey. ¿Qué hacer?
Apocalipsis
Surgen opiniones encontradas sobre la decisión a tomar frente a la amenaza latente que se cierne sobre la gente de New York, si ese cargamento, a todas luces incontrolable, finalmente es almacenado. Desde el servicio de inteligencia en cuestión nadie atiende el teléfono, ni siquiera a la agente de campo Natasha Romanoff. Un asalto al lugar por parte de los Vengadores se precipita como la única alternativa posible, aún a riesgo de encontrar resistencia armada e iniciar un conflicto aún mayor. En medio de la discusión, Thor decide tomar acción por su cuenta, separándose de sus colegas para atacar el contingente al momento que este toca tierra. La batalla no se hace esperar, y los nuevos modelos de los llamados Circus de Hielo son derrotados, dejando como saldo la armadura de Iron Man destruida, un Quinjet estrellado y algunos integrantes heridos.
La acción no da tregua, naves de S.H.I.E.L.D. aparecen en la instalación dejando caer al Dr. Bruce Banner, en la actualidad también agente de la organización, frente a ellos. El mensaje es claro, los Avengers deben entender que la idea de focalizar los Drones en ese lugar respondía a la necesidad estratégica de lidiar con el supergrupo en caso de que su accionar se salga de los parámetros implícitamente establecidos –noción fascista aunque coherente con lo que se puede esperar por parte de un organismo de inteligencia norteamericano-, o bien como mediada de seguridad en caso de que algunos de sus enemigos acabe definitivamente con ellos, para proteger la ciudad. Lo que buscan es impedir el paso siguiente en el plan de acción de los aliados del Capitán América, arribar hasta Skrekklandet y acabar con el problema desde donde se inició. No es casual, entonces, la elección del mensajero, a punto de transformarse en Hulk.
El ataque final al complejo de Hereward no se hace esperar, dejando en evidencia cuestionamientos sobre el accionar presente y pasado de los diferentes vengadores en el mismo campo de batalla. No obstante ello, todos dan lo mejor de sí para que el objetivo sea alcanzado. Esperan varias sorpresas sobre el origen oculto de los engendros biomecánicos extraterrestres y la tecnología Nazi, al tiempo que queda en los protagonistas la amarga sensación sobre la futilidad de esa victoria en un contexto mundial donde los conflictos bélicos siempre son un negocio para las principales potencias, fogoneados por los medios masivos de comunicación. Los escenarios cambian según la conveniencia del poder. La Guerra, mal que nos pese, nunca termina.
Libros sapienciales
Los méritos de la trama pergeñada por Ellis son muchos. El principal, la idea de que el enemigo en cuestión sea un arma y no un villano, da para mucho. Sin ir más lejos, permite que su manejo determine las intenciones del usuario de turno, los Nazis antes, EE.UU. ahora. No es poca la crítica que se desliza si consideramos este punto.
Extendiendo este razonamiento todavía más, encontramos a tres personajes que directa o indirectamente fueron considerados recursos humanos al servicio del gobierno en diferentes momentos de su historia. Empezando por el Capitán América, al que muestra como alguien lleno de culpas en un mundo que no entiende por completo. Le siguen Wolverine, otro resultado derivado de aquel programa del supersoldado, que a diferencia de su compañero, no teme ensuciarse las manos en los momentos en que la opción es matar o morir. O el mismísimo Iron Man, a quien Ellis ya había escrito (Extremis), que pasa de ser un fabricante armamentista a un arsenal ambulante.
Las contradicciones que ello implica son aprovechadas al máximo por el guionista, en diálogos memorables entre ellos y con sus camaradas. Puestos a criticar, podríamos destacar el hecho de que el desarrollo del relato se da de modo lineal, aumentando la dificultad a medida que se va conociendo la peligrosidad del adversario. Ahora bien, partiendo del hecho de que la novela gráfica está concebida también para un público no habituado a la lectura de comics, que por ahí solo conoce al grupo por su adaptación cinematográfica, esta aparente debilidad termina siendo un acierto, puesto que la hace accesible a ese posible lector, al tiempo que la vuelve también interesante para el fan más curtido, debido al logrado manejo de la interacción entre los Avengers, que evidencia un cabal conocimiento de las motivaciones de cada uno. El escritor guarda para todos un momento especial de protagonismo, que los define.
Párrafo aparte merece una secuencia del final, donde el propio Hulk se cura de su episodio de transformación al sentir en el Nidhogg original, prisionero en el frío hielo desde la década del cuarenta, que se mantiene vivo solo para engendrar a sus larvas, la necesidad de morir de una vez, en un logrado golpe de efecto que sirve como corolario a una historia pensada como un alegato antibelicista en sí misma, y que no obstante ello, logra al mismo tiempo, entretener.
Mike McKone, a quien conocíamos de su paso por DC Comics (Justice League International, L.E.G.I.O.N.) sale airoso del desafío, demostrando haber sido una buena elección para la obra, más allá de no poseer un alto perfil como otros nombres del ambiente. Su manejo de la anatomía humana es perfecto, los flashbacks históricos de la Segunda Guerra Mundial y el relato de Thor sobre la leyenda del monstruo asgardiano, de índole fantástica, están muy bien resueltos, los fondos están bien y cuando llega la acción todo es épico, con osadas puestas en páginas, una interesante narrativa e imágenes que obligan a la relectura solo para apreciar ese detalle que se pudo haber pasado por alto la primera vez.
En definitiva, de eso se trata esta reseña, dar cuenta del encanto de la primera vez. Ojalá que todo lo bueno que reúne esta iniciática Original Graphic Novel de Marvel redunde a futuro en proyectos tan logrados como este, donde calidad editorial y artística van de la mano. No siempre sucede, menos aún, en el mercado del comic yanqui.
