Cómics
Héroes en el Olimpo: Reseña de Wonder Woman
Álvaro de la Iglesia desmenuza a fondo la nueva publicación de ECC Ediciones con la historia de una de las mujeres más fuertes de DC Comics.
Con la publicación del libro tres de Wonder Woman, ECC Ediciones cierra la primera temporada de Brian Azzarello y Cliff Chiang al frente del título. Aquí las conclusiones.
A medida que uno envejece y ensancha su cúmulo de lecturas, experimenta una variación en sus gustos y apreciaciones. Por poner un ejemplo: hoy por hoy prefiero un guionista jugado por meter cosas nuevas y que la pifie en el ritmo, antes que otro que escriba con formas bonitas “más de lo mismo”.
¿Se entiende?
Hasta hace pocos años, Brian Azzarello era un escritor que tenía mala estrella con los superhéroes. Se había forjado un nombre sólido a base de títulos “vertiginosos” como 100 Balas (el más resonante, que lo catapultó a la fama), y otros que se correspondían más al género noir, policial o como cada uno prefiera llamarlo, pero siempre con un enrizamiento sobre todo urbano.
Con estas características, no es de extrañar que su trabajo en Batman haya estado muy por encima de su breve -pero apático- trabajo en Superman. Por ese mismo motivo no fueron pocas las expectativas cuando supimos que DC Cómics lo había designado guionista de la nueva colección de Wonder Woman para aquel reinicio llamado “Los nuevos 52”.
¿Un escritor de policiales escribiendo a La Mujer Maravilla? Encima, el guionista de Cleveland prometía meter mano en un tema tan caro al personaje, como complejo para tratar: la mitología.
Hoy, Brian Azzarello lleva dos años al frente de la exitosa colección, y se sacude su mala estrella como molesto polvillo. De la atenta lectura de los 12 primeros números USA, podemos hacer un más que favorable balance.

Wonder Woman
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Zeus es un dios que incumple sus divinas funciones, abandona su trono y se mezcla con mortales. Así embaraza a Zola, una jovencita del campo, provocando los celos de Hera, su actual esposa y diosa malvada. Hera intenta matar a Zola, pero para ese entonces nuestra Wonder Woman –junto a Hermes, el mensajero- ya se ha tomado la misión de protegerla. Apolo, dios del sol e hijo de Zeus, también quiere acabar con Zola, pues su oráculo le advierte sobre la peligrosidad de la semilla que ésta lleva en el vientre: quizá el legítimo heredero al trono, que anuncia una sangrienta guerra y viene a unirse a una extensísima pléyade de hijos bastardos en disputa.
Poseidón, dios del mar y hermano de Zeus, reclama el trono vacío para él. Hades, hermano de ambos y dios del inframundo, reclama una sierva-esposa. ¿Se conformará con Zola, que ha quedado atrapada en un conflicto familiar que no termina de comprender, o exigirá a Diana, su protectora?
Y así siguen apareciendo personajes, bondadosos o malvados, que se ponen de un lado u otro, según sus intereses: Discordia, Guerra, Artemisa, Deméter, Eros, Hefesto el herrero -párrafo aparte para este personaje, que adopta a los bebés varones rechazados por las amazonas y les enseña el arte de las armas y la herrería, dándoles un sentido a sus vidas cuando su destino “natural” era la muerte prematura- y un largo etcétera.
Contado el argumento, parece imposible no asociarlo a un culebrón pero con dioses del olimpo. Sin embargo, lo verdaderamente importante aquí es el replanteamiento que se hace del origen de Wonder Woman, y que la convierte en un miembro más de la familia. Todo esto da lugar a una crisis existencial de Diana, pues no encuentra su lugar en el mundo: una mentira entre las amazonas, y una extranjera entre los dioses. Diana se siente, quizá, más mundana que nunca (recordemos su imagen en un pub de Londres, bebiendo cerveza y escuchando bandas de heavy metal), pero los sucesos familiares no se cansan de arrastrarla allí, a ese otro sitio donde los conflictos se dirimen alzando espadas o hachas de doble filo, entre centauros y semidioses coléricos.
Es verdaderamente notable lo que plantea Brian Azzarello. Y es, a su vez, criticable que a todo ese caudal argumental le imprima, por momentos, un ritmo cansino, desapasionado al punto en que pareciera que se toma dos números para narrar lo que, tranquilamente, hubiera entrado en uno, de escribir un guión más trepidante. Aunque también es justo remarcar que, si bien Azzarello es un guionista que se toma su tiempo para introducir situaciones trascendentes, por momentos se luce con unos diálogos tan bellos que se nos quedan grabados:
Hades: – No puedes ganar.
WW: – Mi objetivo no siempre es ganar
Hades: – ¿Y porqué peleas?
WW: – Porque esta batalla…jamás la perderé
Hades: – Me has mentido
WW: – No es cierto. Te amo…Yo amo a todo el mundo
Hades: – Qué bobada
Hefesto: – Para quien es incapaz de amar, quizá lo sea
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Wonder Woman
En el apartado gráfico hay que destacar la labor del dibujante oficial del título, Cliff Chiang.
Si bien el norteamericano cumple con un sólido trabajo (destacado en las líneas simples y gruesas, y las escenas de gran dinamismo), es en las portadas donde su arte más se luce. Más que eso: se erige el podio de uno de los valores más destacados del NUDC. Ilustra absolutamente todas las portadas del título y aquí descolla, no sólo por la concepción de las mismas, sino por la interesante utilización del color.
Al parecer Cliff Chiang no puede dibujar un número mensualmente, y la serie tiene un “dibujante suplente” -esto es una constante en los títulos regulares de buena parte de la industria, aspecto que tendrían que revisar los editores-: Tony Akins ilustra cuatro de los doce números, pero está a años luz de lo que propone Chiang.
Dos cosas para destacar antes de cerrar la reseña. Una es sobre las declaraciones que hizo Brian Azzarello cuando quedó al frente de la nueva colección. Según sus palabras, DC Cómics planeaba relanzar a la legendaria Maravila bajo unos preceptos que, según él, “eran un despropósito”. Hay que anotarle a Brian un punto extra, por haber torcido el rumbo con tanta originalidad.
Lo otro a destacar es meramente estilístico: Brian Azzarello elige un argumento abierto para esta colección, en donde el bebé de Zola se transforma en piedra angular y eje central de la trama. Nunca me canso de remarcar que esta forma de narrar -de moda en el cómic americano desde hace varios años- está muy bien siempre y cuando sea el mismo guionista quien le ponga punto final.
Por ahora, Wonder Woman marcha a paso firme. Apostemos por eso.
